Los aromas y perfumes de las plantas han sido utilizados por el hombre desde hace al menos tres mil años. Un pequeño reporte de historia dará la razón de por qué el hombre necesita elevarse a través de los aromas. Ya en el antiguo Egipto se cultivaban plantas como el incienso y la mirra para elaborar ungüentos que usaban tanto en el aseo personal como en el embalsamamiento de sus muertos.
La palabra perfume deriva de los términos latinos per, "a través", y fumare, "humear" o echar humo, debido a la ancestral costumbre de quemar maderas o plantas olorosas como ofrenda a los dioses. Costumbre que se fue extendiendo, siendo adoptada por egipcios, griegos y romanos y, aún hoy, se sigue practicando en religiones orientales como la budista e hinduismo, e incluso en la iglesia cristiana durante las grandes celebraciones, en las que se quema incienso siguiendo la tradición judía anterior.
El olor a jazmín, azahar, don diego de noche, todas ellas flores de pequeño tamaño, impregna la idea del jardín andaluz, en España.
La moda de la jardinería ha sufrido fluctuaciones a lo largo de la historia. Por ejemplo, en Inglaterra, en la época de los Estuardo y Tudor, predominaban los jardines con fragantes flores, madreselvas y hierbas aromáticas, pero cuando se dieron cuenta de que no eran jardines apropiados a su clima, surgió el estilo paisajista, imperante en el siglo XVIII, con las alfombras florales, más atractivas a la vista que al olfato, y macizos de flores para cortar, dejando las puramente aromáticas. Este desinterés continuó hasta mediado el siglo XIX, cuando los famosos floricultores Gertrude Jekyll y William Robinson elogiaron las cualidades de las plantas aromáticas potenciando su cultivo.
En la actualidad, la tendencia a considerar los aromas en un jardín también puede ser útil, es pensar el jardín en las cuatro estaciones que posee el hemisferio sur.
La importancia de estas plantas radica en los agradables efectos sensoriales que provocan al pasear entre ellas deleitándonos con su perfume, al paladearlas como condimento culinario.
La variedad de especies que puede formar un jardín aromático es inmensa y abarca tanto plantas trepadoras, arbustos, árboles, bulbos, hierbas, como flores de todo tipo.