La mala situación actual de mercado de vinos explica la caída de precios de la uva en la temporada 2018/2019 luego de años de elevados precios inducidos por muy malas cosechas.


En 2018 se consumió menos de la mitad de vino que en 1991, claramente se trata de una caída estructural agravada en los últimos años por variables de contexto económico.

  • Dos fenómenos marcaron la última década: premiumización del consumo y concentración en Malbec. Ambos se suavizaron con la caída de demanda influida por el contexto que empieza en 2013 y se agrava en los dos últimos años.
  • Para entender lo sucedido los últimos cinco años hay que mirar tres variables macroeconómicas muy relevantes:
  1. Aceleración inflacionaria: degrada el ingreso de los consumidores, en especial los de menor poder adquisitivo y provoca cambios en la canasta de consumo. Mientras menor es el ingreso menos indispensable es el vino.
  2. Caída del ingreso: desde 2013 el ingreso medido por el poder adquisitivo del salario cayó un 14% mientras que el consumo de vino embotellado disminuyó un 19%.
  3. Tasa de interés: la inmovilización de stocks tiene como costo alternativo la tasa de interés lo que provoca una disminución de los mismos con efecto sobre los precios. El impacto es mayor mientras menor es el valor agregado del producto.
  • Un segundo fenómeno ligado al financiamiento es la fuerte caída de préstamos del sistema financiero luego de la crisis de abril de 2018 lo cual impacta muy negativamente al sector que se ve obligado a disminuir sus activos corrientes para atender sus necesidades financieras de corto plazo.
  • En materia de inversiones de largo plazo el sostenido aumento del riesgo país las limita y acelera para muchas empresas la búsqueda de capital a través de su venta parcial o total.
  • En el último año han existido profundos cambios en la canasta de consumo de vinos:
  1. Los de menor cotización redujeron considerablemente su precio lo cual lo se colocó en una situación más competitiva frente a la cerveza aunque esto no alcanzó para detener la caída de consumo y esa franja tuvo considerables caídas de facturación.
  2. Los vinos embotellados de mayor precio lo redujeron también pero fueron menos agresivos y mostraron aumentos de consumo lo cual redundó en un aumento de facturación.
  3. Un análisis detallado de lo que sucedió con una muestra de 1.800 marcas de vino da cuenta que sólo 92 aumentaron la facturación, unas 1.500 la mantuvieron y el resto la redujo, aunque éstas últimas representan el 78% del volumen total.
  • Un análisis de lo ocurrido con las 25 marcas que más crecieron en facturación permite extraer algunas conclusiones:
  1. Corresponden a casi todas las franjas y casi todas bajaron su precio en relación a la inflación aunque algunas lo aumentaron lo cual muestra que esta variable no fue la decisiva para su éxito.
  2. Hay varias bodegas líderes pero también aparecen otras que son pequeñas lo cual demuestra que el tamaño no fue determinante.
  3. Las marcas pertenecen a 15 bodegas y no todas son antiguas en el mercado.
  4. El fenómeno parece mostrar que la novedad y la relación calidad/precio fueron los que guiaron el cambio de consumo y el éxito de ventas lo cual debe ser especialmente tenido en cuenta en un mercado con una elevada rivalidad competitiva.
  • Por primera vez desde 2012 la exportación de vinos creció tanto en volumen como en valor. La explicación hay que buscarla en la fuerte devaluación de 2018 que permitió aumentar exportaciones, especialmente de vino a granel.
  • Medido en moneda constante el aumento del valor exportado fue sustancialmente más elevado y lo sitúa al sector en los niveles de 2012.
  • La participación del Malbec en la exportación total volvió a subir su participación y superó el 65% del total en volumen.
  • En cuanto a destino, Estados Unidos sigue dominando el foco de los exportadores con el 38% de concentración de envíos y le siguen Reino Unido y Canadá.
  • El share en los principales 10 destinos de las exportaciones se ubicó en el 4,1% en valor, uno de los más bajos de la década.
  • La rivalidad competitiva en los principales dos destinos externos de los vinos argentinos ha crecido considerablemente y hoy se ubican en franjas de precios donde participan activamente los principales exportadores mundiales.
  • La principal variable macroeconómica que influye en las exportaciones de vino es el tipo de cambio que ha tenido fuertes oscilaciones en las últimas dos décadas. 
  • El valor promedio desde 1990 se ubica en $ 45,9 de diciembre de 2018, un 28% más elevado que el valor de marzo de este año. El promedio del período de mayor expansión exportadora fue de $ 62,4, un 73% más elevado que el actual.
  • Sin embargo, en los últimos siete años, en los cuales la exportación de vinos cayó el promedio fue de $ 31,5 lo cual pone al tipo de cambio actual un 14% por encima de ese valor.
  • El impacto ha sido claramente una caída de la competitividad exportadora de los vinos argentinos que se ha revertido coyunturalmente y todavía hay una gran incertidumbre sobre su mantenimiento en un plazo lo suficientemente largo como para estimular la exportación de vinos fraccionados.


 

Bodegas en Argentina

> Deterioro de rentabilidad


La facturación total del sector cayó en 2018 un 5% como combinación de una disminución de casi un 10% en el mercado doméstico y un incremento del 6% en la exportación. Un salto exportador puede ubicar la facturación total del sector un 4% por encima de la de 2018 y revertir así una caída de tres años consecutivos.


Las empresas que producen y venden vinos argentinos se posicionan adecuadamente de acuerdo al rango de precios en el que pueden operar y sus volúmenes se ajustan a ese posicionamiento.


Existe aún una gran concentración de empresas en una posición intermedia que no les permite elevar su rentabilidad por efecto del precio o por efecto de las economías de escala.


La rentabilidad de las bodegas medidas por el Ebitda es baja y cayó en los dos últimos ejercicios y se ubicó en el 15% de las ventas. Dos razones explican la caída: aumento sustancial del precio de la materia prima y un muy mal contexto macroeconómico.


Los gastos en personal influyeron en la rentabilidad y pasaron de representar alrededor del 50% del costo total en relación a las ventas subiendo unos 8 puntos en relación a años anteriores.


Además del riesgo de invertir en Activos Fijos hubo una fuerte exigencia de inversión en Activos Corrientes. Los inventarios pasaron de 121 días cinco años atrás a 138 días en el último ejercicio.


El sector financiero, además de haber disminuido su cuantía de préstamos se enfrenta a que muchas de sus empresas clientes han disminuido su capacidad de endeudamiento ya sea por crecimiento de los préstamos en años anteriores o por un deterioro de la rentabilidad de sus activos.


En los próximos años una mejora en facturación puede beneficiar la rotación de los activos y un menor precio de la materia prima la rentabilidad operativa con lo cual mejorará la capacidad general de endeudamiento para poder crecer.