"Sí es posible un boom del sector olivícola: los recursos naturales están disponibles, el mercado actual y futuro es ilimitado, pero lo más importante es que hoy tenemos el conocimiento", dijo José Chediack -presidente del Grupo Phrónesis-, en en la III Jornada de Actualización Técnica Olivícola, organizada por el grupo CREA de San Juan.

Nuestro país fue un importante productor olivícola hasta la década del "70, época en que el sector entró en crisis motivado en gran parte por el auge de los aceites de semilla. Luego, en la década de los "90 y a través de la promoción fiscal, se plantan nuevas superficies pasando de unas 29 mil hectáreas totales a algo más de 104 mil

(cerca de un 350% más), de las cuales 62.700 estarían plantadas con variedades aceiteras. El régimen de diferimientos impositivos fue y es una herramienta totalmente válida para promover inversiones en sectores que el país decida desarrollar. En el caso de la olivicultura, los inversores se encontraron con falta de know how, tras cerca de 30 años de ser un sector en crisis. Los técnicos casi habían desaparecido y los que quedaban estaban desactualizados. El gobierno puso disponible la herramienta y los inversores los recursos económicos, pero faltó lo más importante: el conocimiento, ¡el saber hacer! Faltó un criterio estratégico y la provisión de la información.

Hoy podemos asegurar que hay muchos olivares plantados en zonas inadecuadas y/o con variedades inadecuadas, lo más paradójico es que la variedad que más se adaptada a nuestro país, la Arauco, fue prohibida para estos planteos. Lo mejor que nos dejó la promoción fiscal fue el haber desarrollado conocimiento, pagado muy caro, porque las parcelas experimentales, que debieron ser de menos de una hectárea, terminaron siendo miles de hectáreas y ésto fue básicamente por el ritmo de plantación que se exigía.

El desarrollo de este sector, debería enmarcarse dentro de una estrategia nacional. Sería una pena y de un altísimo costo desperdiciar la oportunidad de aplicar el know how desarrollado.