La actual crisis hídrica desatada por la sequía extrema presente desde hace más de una década más en San Juan y que, según pronósticos, continuaría por una década más obliga a pensar el actual esquema hídrico y hasta sus actores. Suplemento Verde de DIARIO DE CUYO dialogó con el ingeniero Luis F.Jimenez, profesor emérito, director del Instituto del Agua y secretario de Investigación y Vinculación Tecnológica UCCUYO:


-Ante el pronóstico de una década seca informado por Suplemento Verde, ¿Cuál fue su primera impresión en función de su labor como investigador?


-Me parece que es una excelente oportunidad para modificar los criterios vigentes de gestión y administración del agua pública, ya sea potable, de riego, para industria, energía, o turismo, entre otros usos.

Ing. Luis Jiménez


-¿Cuál es su pensamiento sobre el agua como bien económico?


-En un desierto el valor de una gota agua es muy alto, desde el punto de vista de la supervivencia biológica, humana y desde el punto de vista económico, debido a que aparece como un recurso vital imprescindible. Por ello su valor económico es muy alto.


A medida que la disponibilidad del agua aumenta, ese valor comienza a disminuir hasta llegar a un valor cero, si se continúa aumentando por encima de las necesidades óptimas, el valor puede decrecer como consecuencia del exceso de agua que genera efectos perjudiciales -contaminación salina-. Esto responde al concepto de productividad marginal del agua expresada como beneficio por litro de agua usada.


-¿Cuál es su pensamiento sobre el agua y su cuidado como factor clave del medio ambiente?


-El agua es uno de los elementos esenciales del medio ambiente y de la biodiversidad. Su valorización, su cuidado, y su uso racional constituyen acciones imprescindibles para la seguridad alimentaria, para la salud humana, para la equidad social y para el equilibrio ambiental.


Cada persona debe tomar conciencia que el agua es un bien de dominio público de acceso compartido a un recurso escaso, lo que implica que nadie puede arrogarse su exclusiva disponibilidad y su uso discrecional.


-Muchos definen a San Juan como una sociedad hidráulica, ¿cuál es su percepción sobre esta afirmación?


-Esa afirmación es cierta, en tanto y en cuanto que sus actividades productivas se desarrollaron a través de obras hidráulicas de capacitación, regulación y distribución alcanzando inversiones públicas de alto valor, tecnologías de conducción, y distribución que para su época fueron de alto valor tecnológico, y tratando de disponer de alta oferta de agua. Pero hoy día ese escenario debe modificarse hacia la organización de un sistema hídrico por "demanda", prestando mayor interés al uso racional del agua y no tanto a las obras de captación.


-Existen comunidades de pueblos originarios que hoy padecen de sequía extrema mientras en la zona urbana la mayor preocupación es la adquisición de piletas para un verano con aislamiento social preventivo. 


-¿Qué sensación le produce?


- Obviamente que la existencia de comunidades que no acceden al recurso agua obedece al hecho de que existe una incorrecta gestión y sobre todo, que no se valoriza adecuadamente el valor económico y social del agua. Según la Constitución Provincial, todos los habitantes tienen el mismo derecho de disponer agua para consumo humano, animal y riego agrícola. La rigidez y filosofía de la actual ley de aguas 4392 es la que dificulta una correcta y equitativa administración y gestión del agua pública.


No parece lógico que sectores sociales sientan que poseen mayor derecho que otros del uso del recurso hídrico ya que éste es un bien público de uso compartido. Asimismo, tampoco parece lógico pretender poner medidores de agua y tarifas diferenciales al agua domiciliaria y no distribuir el agua de riego por volumen de acuerdo al suelo y cultivos y no tener política tarifaria para ella.


-Un debate histórico es el cobro o no del agua en un desierto como el sanjuanino, ¿cuál es su posición?


-Teniendo en cuenta que el agua tiene un valor económico y social en función de su disponibilidad, resulta necesario remarcar que los usuarios deben tener conciencia de dicho valor, para asegurar un uso racional con la mayor eficiencia posible.


Si el usuario no tiene conciencia del valor del agua, difícilmente estará dispuesto a pagar por ella. En mi opinión es necesario diseñar un sistema tarifario, en función de la eficiencia de uso, y no en función de derechos de uso. No parece lógico que se sigan haciendo inversiones públicas, subsidios del derecho de agua, etc.; sin conseguir un uso racional, de mayor eficiencia, con mayor equidad y cuidando el medio ambiente.



EN NÚMEROS


60  A 80 mil hectáreas se cultivarían hoy en San Juan según discrepan los datos del INDEC e Hidráulica local.


Más Datos


Para mayor información dirigirse a: E-mails: investigación@uccuyo.edu.ar  o ljimenezdre@gmail.com 


Consejos frente a la crisis

El ing. Luis Jiménez emitió las siguientes sugerencias: 

* Unificar el agua superficial y subterránea como un único recurso y estimular la conservación del agua.


* Fomentar la asignación del recurso a sus usos más eficientes, es decir, a los usos agrícolas de mayor productividad de uso, a los imprescindibles para la supervivencia de poblaciones, o a los no agrícolas si el agua es más productiva en términos netos económicos y sociales, siempre que exista la infraestructura necesaria para llevarla a los nuevos usuarios. Este tipo de asignación maximizaría la contribución al crecimiento económico y social de un recurso escaso.


* Reducir al mínimo los problemas ambientales asociados al riego por salinización de suelos, especialmente los derivados del excesivo uso de agua.


* Generar suficientes ingresos para cubrir los costos de operación y mantenimiento de los sistemas de manera que no sea necesario invertir en costosos proyectos de rehabilitación de suelos por drenajes.


* Recuperar los costos de inversión en cada sistema de riego, además de proporcionar ingresos para cubrir los costos de operación y mantenimiento.


* En la medida que se utilicen herramientas de evaluación técnica económica y sociales, es probable que se puedan diseñar también modificaciones en la legislación de aguas vigente tendiente a utilizar coeficientes de distribución volumétricos calculados según el tipo de suelos y el tipo de cultivos, aún manteniendo los conceptos hedónicos aplicados en los derechos de agua de cada propiedad, y de esta manera, contribuir a utilizar el agua de riego como bien público.


* Evidentemente, este tipo de modelos tarifarios posibilitaría evaluar los distintos aspectos que influyen en el costo y productividad del agua, de manera que se pueda influir en los usuarios, a fin de que adquieran comportamientos de mayor eficiencia en el uso del agua de riego.


* Resultaría de interés poder utilizar los criterios analizados para evaluar las condiciones particulares, en distintos cultivos y en diferentes zonas y distritos de riego, de manera de poder introducir progresivamente las tarifas diferenciales en base al uso racional del agua,como herramienta de cambio tecnológico.


* Asimismo, si se consiguiera incorporar mecanismos de evaluación de la eficiencia en el uso del agua para corregir los modos de administración del recurso hídrico, probablemente se contribuya significativamente al control de la contaminación y la desertificación, aspectos a tener en cuenta en los próximos años.