Son sanjuaninos que se animaron a desafiar prejuicios, profesiones, presupuestos y exigencias familares. Ellos se dedican a diseñar y construir juguetes con marca propia, sin temor a la competencia del mercado, que es grande, globalizado y se rige muchas veces con los códigos del marketing. Se trata de objetos para todas las edades a base de maderas, paños, lanas, pinturas de todos los colores, cartones y cuánto material llega a sus manos. Se sienten dichosos por tener esta actividad, la que no para todos tiene el mismo objetivo: hay quienes lo han convertido con mucho esfuerzo en una empresa "hecha y derecha” que da ganancias y que no tiene límites geográficos para la venta de sus productos, otros sin embargo, solo lo hacen como tarea complementaria a su profesión. Eso sí, sea la meta que sea que se hayan impuesto para sus emprendimientos, todos disfrutan y son los primeros en "probar sus chiches”, esos que les permiten subirse a la calesita del tiempo y viajar a la infancia, con un pasaje de ida y vuelta.


Foca Niños

Fábrica de ilusiones

Federico no olvidará jamás el rostro del hombre que se detuvo en la puerta de su casa -en el año 2010-, para comprar el primer juguete que puso a la venta, luego de dos semanas sin vender nada. Es que de ahí en más la producción y las ventas no pararon. El emprendimiento tomó el nombre de Foca Niños y sus precursores fueron Fede Granado (diseñador industrial) y Rosana Romero, su esposa y gran colaboradora. En tanto que los encargados de realizar los testeos para saber si los juguetes gustan o no, si son prácticos y útiles, o no, está a cargo de sus seis hijos entre 4 y 13 años. Esto sin contar que cumplen el sueño de cualquier niño: Crecer en una fábrica de juguetes.

Las primeras obras fueron 3 vaquitas balancines (tipo hamaca), luego sumaron caballitos, sillas, mesas, sube y baja, calesitas, juegos didácticos, casitas para muñecas y para árboles, hasta llegar a camas super originales para chicos y mobiliario para cuartos de niños (desde organizadores de juguetes hasta placares), elementos para motricidad gruesa y fina para salones de juegos, jardines de infantes, maternales, y gabinetes de profesionales dedicados a la atención de chicos.

Federico aprovechó sus conocimientos para empezar a trabajar la madera, primero fue con la maquinaria básica, y aportando desde el corte de las piezas hasta la pintura y decorado. Toda la parte creativa está a su cargo. Ahora las tareas están repartidas por el incremento de la demanda. Rosana se dedica a la parte administrativa, tercerizan tareas de armado y pintado, pero siempre bajo la estricta supervisión de Federico, quien ya incorporó tecnología que facilita la tarea de corte y diseño.

De la casa pasaron a un salón en calle Cano al 376 (entre General Acha y Catamarca), Rawson, donde tienen dos galpones, uno destinado a la fabricación de juguetes y otro para oficina y show room. Las ventas al público se hacen en el mismo lugar, y si bien ya han llegado con productos a Mendoza, La Rioja y Córdoba, preparan su espacio en tienda nube "Foca Niños", para vender fuera de la provincia.

Un sueño cumplido: Dedicarse a fabricar juguetes propios de alta calidad, tanto en diseño como en funcionalidad.


Soley Tejidos

Joyitas en crochet

A los 8 años ya sabía tejer a dos agujas gracias a su abuelita. El resto vino por iniciativa propia y se enamoró del crochet. Soledad Solar ya tiene 20 años y desde pequeña diseña y crea cosas para su familia o gente cercana, y desde hace 4 años teje juguetes. Por ese entonces cuando decidió investigar sobre el tema descubrió que se trataba una técnica japonesa llamada "Amigurimi", que consiste en hacer pequeños muñecos creados mediante crochet o ganchillo. Normalmente son animales como ositos, conejos, gatos, perros, plantas, e incluso accesorios como bolsos, entre otros.

Soledad comenzó haciendo bufandas y gorritos, pero ahora solo hace juguetes tales como dinosaurios, muñecas a las que no les falta ni un detalle ya que también tiene saquitos, gorritos, y ropa que se puede poner o quitar. Sumó también elementos para los más chiquitos como sonajeros, colgantes y móviles, en todos los casos de lana de primera calidad para que sea manipulada sin que se deteriore o llene de pelusas.

Su espíritu creativo la empujó a estudiar Artes Visuales a partir de este año, aunque divide su tiempo para no dejar ninguna de las dos actividades. "En la época de mayor producción tengo que dividir muy bien los horarios porque cada juguete demanda por lo menos dos días de trabajo. Vendo en casa, por encargo, y uso las redes sociales para difundir mis cosas, pero también participo en ferias donde se vende muy bien", explica la autora de la marca "Soley tejidos".

Son verdaderas exquisiteces que tienen detrás una historia personal y también cultural teniendo en cuenta que en los amigurumi no son sólo un pasatiempo en Japón sino que forman parte de la cultura kawaii, término que podría traducirse como mono, tierno, adorable.

Acá en San Juan son perritos, conejos, muñequitas y lo que uno se imagine con un meticuloso y cuidado trabajo artesanal, que pronto también llegará a Córdoba a una casa de artículos para niños.


Pequeños Encantos

Muñecos en tela

Nidia Casívar tenía un negocio de venta de comestibles, y entre cliente y cliente comenzó a cortar y coser muñecos de tela. Hasta ese momento nunca había tocado una máquina de coser, todo fue a fuerza de aprender y hacer algo más. "No tenía ni idea de muñequería ni de costura, pero empecé a hacer moldes de muñecas, perritos y otros animales que vendía a gente que me pedía o que veía los juguetes", cuenta Nidia. Esto fue a fines de los 80 y principios de los 90, pero la importación impidió que siga vendiendo porque los precios eran muy superiores comparados con los productos importados. Recién hace dos años retomó lo que fue un hobby para asociarse con Sonia Frías, una amiga, y crear la marca "Pequeños Encantos’ en la que comparten la venta de productos en cerámica y los juguetes de Nidia.

A la fecha aún trabaja con una vieja máquina de coser porque a pesar de los intentos no ha logrado sumarse a algún programa oficial de ayuda a pequeños emprendedores, ya que una máquina industrial le permitiría aumentar la producción y abaratar costos.

A las telas sumó otro tipo de paños, piel y peluche. En la actualidad uno de los más demandados son los Minios, mientras que siguen vigentes los tradicionales miembros de la familia Simpson, y otros que la tele impone. Claro que a estos juguetes comerciales también se suman las muñecas patas largas, colgantes en paño y muñecos de creación propia.

La comercialización de los productos se realiza por FB y, sobre todo, en ferias de productos artesanales.

Rataplim

Un mundo de madera … para jugar

Se conocieron trabajando en un mundo vinculado a la niñez pero bastante alejado del de la inocencia. Analía Díaz, como psicóloga y Alejandra Rodríguez como artista plástica, coincidieron en un espacio dedicado a la prevención de adicciones en la Dirección de la Niñez hace cinco años. Justamente en esta labor fue que descubrieron y reafirmaron algo que ya sabían de niñas: la función de los juguetes, la percepción, los colores y la importancia de lo lúdico frente a la realidad. Por eso decidieron iniciar un curso de Ludoeducadores que se dictaba en la provincia y que resultó la oportunidad que las acercó a la tercer protagonista de la historia, la futura docente de Educación Especial, Vanina Coria.

Juntas presentaron un proyecto -que resultó ganador del financiamiento del Estado- para capacitar adolescentes para la fabricación de juguetes. Fueron clases durante 6 meses en las que ellas enseñaron, pero también aprendieron carpintería, por ejemplo, entre otras tareas propias de la creación de juegos y juguetes. Y como una cosa trae la otra, con parte de sus alumnos como ayudantes y mano de obra, a los años, lanzaron lo que hoy es Rataplin, una modesta aunque poderosa fábrica de juguetes que funciona en la calle Santa Fe pasando Mendoza. Fábrica que no solo produce pensando en la diversión, sino que apunta al aprendizaje, la estimulación y por qué no, a rescatar valores sanjuaninos, como las palabras autóctonas o la flora y fauna del lugar, algo que no contemplan muchas líneas de juguetes comerciales.

"Los nuestros son juguetes personalizados y adaptados a las necesidades de cada chico. Por eso nos cuesta hacerlos masivamente. Pero esto no es todo se caracterizan por ser de materiales reciclables, ecológicos y sin peligro de toxicidad. Básicamente utilizamos maderas pero también, telas, paños, goma espuma, cartones, entre otros”, cuentan las jugueteras Analía y Alejandra.

Quizás esa sea la razón por las que sus rompecabezas, bloques de encastres, títeres, ta-te-tí, loterías de palabras e imágenes, ciudades y granjas para armar historias a partir de un cuento, entre otros coloridos y atractivos productos, ya fueron adquiridos para los jardines de muchas provincias a través de proyectos del gobierno, llegaron a las sierras en Valle Fértil y los eligió la marca Arcor para las guaderias para los hijos de sus empleados. Además los prefieren psicopedagogas y fonaudiólogas para fomentar el habla o evaluar diagnósticos.

Aunque estos juguetes ya tienen sobrada aprobación de sus usuarios -las chicas cuentan que inclusive con el apoyo laboral de Mónica Adarvez, Italo Bogni, Milie Morán, Eliana Bustos, Celeste Díaz, Romina Cornejo y Berta Rodríguez- no dan a basto con la demanda, ellas mismas y sus hijos son quienes investigan y experimentan cada producto antes de lanzarlo. Están convencidas que "si a nosotras o a los niños propios les gustan, es un juguete apto para cualquiera”, coinciden las creativas que buscan chiches integradores y que no obliguen a hacer diferencias de género.