La sensación de que perdimos el control de lo que vivimos nos coloca al borde del abismo. Un divorcio, el desempleo, la enfermedad de un ser querido, los problemas de conducta de un hijo, la muerte y tantos otros traspiés pueden convertirse en un dolor que nos desgarra el corazón y nos deja desvalidos. De pronto, la vida pierde sentido. ¿Cómo se atraviesa el dolor? ¿Cómo se sobrevive aquello que parece haberlo destruido todo? Valeria Schwalb, licenciada en Psicología y psicoterapeuta, en su libro "Todos somos resilientes" da una mirada didáctica y pedagógica sobre el concepto de la resiliencia, capacidad que todos tenemos para superar las heridas más profundas y salir fortalecidos de ellas. Enseña a reconocerla en nuestro interior, a aprehenderla, a enseñarla, a promoverla y a transmitirla en cada acto de nuestras vidas. Además en su relato invita a los adultos a sanar sus propias heridas para poder dejarle como legado a los niños un botiquín resiliente al que puedan recurrir cuando lo necesiten. Porque la resiliencia es una herramienta muy poderosa que nos permite ser felices, más allá de lo que la vida tenga reservado para cada uno de nosotros.
Cuando la vida nos pone a prueba
¿Quién no paso por alguna situación que superaba nuestra capacidad? Una enfermedad, una ruptura de pareja dolorosa, la muerte de un ser querido, el fracaso de un sueño largamente anhelado, problemas económicos, etc. Existen diferentes circunstancias que nos pueden llevar al límite y hacer que nos cuestionemos si tenemos la fuerza y la voluntad necesarias para continuar adelante. En este punto tenemos dos opciones: dejarnos vencer y sentir que hemos fracasado o sobreponernos y salir fortalecidos, apostar por la resiliencia.
Según la Real Academia Española de Lengua, el concepto es, la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas, pero en psicología añadimos algo más al concepto, no sólo gracias a ella somos capaces de afrontar las crisis o situaciones potencialmente traumáticas, sino que también podemos salir fortalecidos de ellas.
Implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de las nuevas circunstancias y de nuestras necesidades. De esta manera, las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial. Para esas personas no existe una vida dura, sino momentos difíciles. Y no se trata de una simple disquisición terminológica, sino de una manera diferente y más optimista de ver el mundo ya que son conscientes de que después de la tormenta llega la calma. De hecho, estas personas a menudo sorprenden por su buen humor y nos hacen preguntarnos cómo es posible que, después de todo lo que han pasado, puedan afrontar la vida con una sonrisa en los labios.
La práctica
Pero, ¿cómo se aplica a la vida cotidiana? La resiliencia no es una cualidad innata, no está impresa en nuestros genes, aunque sí puede haber una tendencia genética que puede predisponer a tener un "buen carácter". Es algo que todos podemos desarrollar a lo largo de la vida. Hay personas que son resilientes porque han tenido en sus padres o en alguien cercano un modelo de resiliencia a seguir, mientras que otras han encontrado el camino por sí solas. Esto nos indica que todos podemos ser resilientes, siempre y cuando cambiemos algunos de nuestros hábitos y creencias.
De hecho, las personas resilientes no nacen, se hacen, lo cual significa que han tenido que luchar contra situaciones adversas o que han probado varias veces el sabor del fracaso y no se han dado por vencidas. Al encontrarse al borde del abismo, han dado lo mejor de sí y han desarrollado las habilidades necesarias para enfrentar los diferentes retos de la vida.

