Después del terremoto de 1944 San Juan no volvió a ser la misma en su trazado y arquitectura. Las nuevas calles diagramadas con anchas veredas invitaban a la plantación de árboles enfrente de las casas, no sólo buscando sombra para mitigar los fuertes soles del verano, sino para dar estética a una ciudad enclavada en un desierto. Vivir rodeado de +verde+ genera un efecto psicológico muy importante en la población. De allí la importancia que se le ha dado desde la historia de la humanidad a los espacios verdes. A modo de ejemplo los romanos consideraban una relación adecuada para una ciudad de 3 manzanas con construcciones y una de espacio verde.

La arboleda posterremoto creció con déficit de agua desde siempre. Las primeras acequias de tierra desnuda fueron cambiadas por las de cemento impidiendo la infiltración que moje un buen perfil del suelo. Sólo dejamos un pequeño espacio llamada taza que más para que sirva para acumular agua acumule suciedad y sea un foco ideal para mosquitos. Esto consideramos +progreso+. Y más +progreso+ si ante nuestros ojos miles de ramas y ejemplares enteros se aniquilan año tras año para tener un tendido eléctrico deficiente que sucumbe ante la menor brisa.

Pasaron varios gobiernos provinciales y municipales y miles de reuniones de asociaciones ecologistas, uniones vecinales y otras entidades civiles para +ver+ que hacíamos con el arbolado. Se creó la Ley provincial de Arbolado Público con grandes expectativas pero no tiene una aplicación firme y el control es cada vez menor. Muchas ideas, muy poca acción. Incluso se creó una división especial para cuidar las atrocidades y el arboricidio diario de frentistas y empresarios: La Policía Ecológica. Empezó con acciones concretas y con alto perfil. Al poco tiempo se cambió al comisario que le había dado un interesante protagonismo. Hoy la gente no sabe si la división existe y dónde funciona. Hubo diferentes proyectos para instalar el riego por goteo en la ciudad, un sistema novedoso y que daría solución real al problema del agua. Pero nada más. Ideas, puras ideas, poca acción y poco destino de presupuestos. Incluso los viveros provinciales y municipales, creados para abastecer de diferentes especies a una urbanización cada vez más creciente, han desaparecido increíblemente.

Estamos orgullosos los sanjuaninos de nuestra arboleda. La respuesta es no. Nadie puede estar contento en vivir en una ciudad donde las motosierras y los árboles muertos de pie dan un paisaje dantesco. Muy lejos del concepto de los romanos, estamos muy lejos. Si debemos reconocer que el efecto +Circunvalación+ impactó muy bien no sólo en la población, sino en los turistas y visitantes que nos han visitado. La parquización que el gobierno de Gioja le dio al anillo de 14 kilómetros es lo más relevante e impactante de las últimas décadas luego de la creación del Parque de Mayo y del Parque Federico Cantoni en el siglo XX. Eso si fue posible con una fuerte decisión y el empleo de la mejor tecnología.

Entonces ¿por qué no podemos cambiar la realidad de nuestra arboleda? Hoy la tecnología aporta cada vez mejores soluciones. Pero todo debe nacer de nosotros mismos, no sólo ejerciendo el voto y exigiendo, sino trabajando aportando ideas y proyectos. Este tema no es para dejarlo para delante. Si hoy comenzáramos a renovar la arboleda, deberá transcurrir al menos una década para percibir mejoras en este aspecto. Convoquemos a los sanjuaninos a trabajar por nuestros árboles. Nuestros hijos y nietos nos lo agradecerán.