Es un regalo caído del cielo. Al menos así lo catalogan los integrantes de la comisión directiva de la biblioteca popular más grande e importante del país.
El regalo no es ni más ni menos que el inmueble, ubicado en Entre Ríos y Benjamín Aguilar (en Trinidad), que recibieron de manos de un grupo de amigos, que se autodenominaron allá por los años "70 como el "Club de Amigos de Trinidad”. Entre 12 y 15 personas, todos varones mayores de edad, surgieron hermanados por las ganas de colaborar con la comunidad. Muchos eran colegas médicos (en las actas aparecen los doctores Neffa, Cáceres, Blois como socios fundadores, entre otros), mientras que otros integrantes eran profesionales de otras ramas, que tomaron algunos principios de los Leones (institución internacional) para concretar el sueño de tener -con sus propios medios económicos- un espacio, donde planear y concretar tareas solidarias y culturales.
Hoy septuagenarios todos, quisieron cumplir con la palabra que alguna vez empeñaron y que llevaron a sus estatutos: si alguna vez desaparecían como institución donarían el terreno de 500 metros cuadrados, el salón que construyeron allí y todo el mobiliario para la Biblioteca Franklin por considerarla la institución más confiable de la provincia para continuar con sus objetivos.
No es una ficción o una de las miles de novelas que hay en los estantes de la biblioteca beneficiaria. Es la realidad misma que le permite concretar a esta institución, manejada con fondos privados pero de acceso público, su primer anexo. Para celebrarlo, el próximo sábado 2 de julio a partir de las 20, inaugurarán lo que han llamado Espacio Cultural Franklin no sólo con un brindis para agradecerles a sus "nuevos amigos” y conocer a la gente del vecindario, sino con la puesta en escena de algunos pasajes de una comedia musical para chicos, como muestra de las actividades que desarrollarán en el lugar.
"Estos amigos iban envejeciendo y nunca lograron un recambio generacional. Paralelamente se les dificultaba dedicarle tiempo para el mantenimiento del edificio. En el 2010 decidieron por acta disolver el grupo y entonces nos cedieron el terreno, el salón de 230 metros cuadrados. Es un edificio perfectamente conservado, que ellos mismos se ocuparon de levantar en la década del "80. Pero esto no es todo. El mobiliario, como mesas, sillas, calefacción, también quedó. Para nosotros es un honor que hayan pensado en la Biblioteca como los continuadores de su obra y por otro lado es una responsabilidad muy grande. Son un ejemplo de ”, cuentan Víctor Vázquez y Renato López, presidente y tesorero de la Franklin.
Justamente por el compromiso asumido, pasó más de un año desde que les entregaron las actas y las llaves del lugar, para que quienes están a la cabeza de la biblioteca popular decidieran con qué actividades iban a dotar el lugar.
"Evaluamos que no tenía sentido trasladar libros y personal que se ocupara de esto. Buscando propuestas nos enteramos que la Cooperativa de Arte tenía mucho capital humano para ofrecer pero les faltaba un lugar donde ensayar. Bastó firmar un convenio para que el lugar empezara a tener vida con talleres teatrales, en un principio. De todos modos, la idea es incorporar otras actividades. Por lo que el lugar está disponible para todo aquel que tenga ganas de aportar algo a la comunidad”, agregó Vázquez.
Por ahora, en el Espacio Cultural, habrá una actividad por demás especial. Según adelantó el actor y presidente de la Cooperativa de Arte, Juan Carlos Vega, en el salón se desarrollará el primer taller de teatro para personas discapacitadas, a cargo de Emilio Vera. Además en agosto comenzará un taller de canto, dirigido por la profesora Lorena Montero. Y a medida que la gente conozca el espacio, se irán abriendo otros talleres y ciclos de cine.