No todos los adultos solemos dedicar tiempo para jugar. ¿Jugar? "¡Con todo lo que tengo que hacer!', tal vez estés pensando. El juego es fundamental en la vida de una persona porque tiene la capacidad de activar su imaginación, tal como sucede con los niños. Junto a cualquier actividad lúdica, se encuentra la curiosidad. Esta despierta nuestra imaginación que podemos emplear en la resolución de los problemas. Si observamos la naturaleza, veremos que incluso los animales juegan entre ellos. Así obtienen la destreza que luego aplicarán a la hora de defenderse. 


¿Cómo te imaginás a vos mismo, a vos misma, dentro de diez años? Hay gente que jamás se detiene a pensar en ello. ¿El motivo? Son personas grandes que no tienen una imaginación activa debido a la falta de juego en sus rutinas diarias. Dicen los que saben que jugar nos ayuda a aprender, ya que se convierte en fertilizante para nuestro cerebro.La mayoría de nosotros asociamos juego con niñez. Los niños son jugadores innatos, pero no nos olvidemos de que nosotros también necesitamos jugar. Sobre todo, en tiempos de crisis. El juego no solo es una fuente de diversión, estímulo y relajación; además, nos provee de la creatividad necesaria para movernos con fluidez en el día a día. 


¿Qué le ocurre a un adulto que juega? Sin darse cuenta, se conecta con esa etapa maravillosa de la niñez en la que sentía placer al jugar solo o con amigos. Los adultos necesitamos dedicar un tiempo cada día a jugar, en pos de nuestra salud mental y emocional, y como fuente de gran creatividad en estos tiempos que vivimos. Una criatura juega porque esa es su principal ocupación. Está comprobado que el juego favorece grandemente el desarrollo de su cerebro, pues este es el período de mayores conexiones neuronales. Un niño, cuando juega, se recarga de energía. A los adultos, nos ocurre lo mismo. Hoy somos testigos de que mucha gente, incluso gente muy joven, perdió su capacidad de jugar a temprana edad y eso repercute en sus vidas. En cambio, aquellos que mantienen con regularidad este hábito adquirido en la infancia se encuentran más capacitados para trabajar en equipo y resolver cualquier contratiempo.Quien juega en todas las áreas de su vida tiene mejores relaciones interpersonales y un mejor rendimiento laboral. También es alguien que sabe cómo relajarse y distenderse y, sobre todo, tomarse todas las cuestiones con optimismo. Sin duda, que vale la pena incluir rutinas lúdicas en nuestras agendas.Te animo a regresar a tu infancia, esos días cuando vivías despreocupado y te divertías a menudo. Esto no implica, de ningún modo, convertirnos en personas irresponsables; sino más bien en seres humanos que, a pesar de sus problemas, son capaces de hacer aquello que aman, ya sea en el campo de la música, el deporte, el arte, etc. Para cada uno será algo distinto. Independientemente de tu edad, nunca dejes de jugar y disfrutarás de una fuente ilimitada de imaginación y creatividad en tu vida. 

Bernardo Stamateas
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