Viticultoras, oliviculturas, fruticultoras, maestras rurales, empresarias agroindustriales, profesionales caprinocultoras, o peonas rurales, las mujeres han ganado espacio en diferentes eslabones del sector agroindustrial ya no solo en cuanto al desarrollo de actividades productivas concretas, sino también en la asunción de roles protagónicos en la labor gremial empresaria.

Todas contribuyen al engrandecimiento de sus actividades y el pasado 8 de marzo celebraron su día, en su mayoría trabajando.

En el ámbito local suenan muchos nombres como Margarita Santander, Teresa Sánchez de Chepilla, Silvia Figueroa, Blanca Montenegro, Hingrid Varela de Sancassani, Eugenia Gallardo y Dolores Vaca son algunas de las referentes locales. Ellas hombrean bolsas, manejan tractores, riegan, pastorean, seleccionan ajos o uvas, toman decisiones, controlan calidad o se "agachan al bordo" mejor que los varones y además, son capaces de parir y criar un hijo en paralelo.

Por este motivo esta semana Suplemento Verde de DIARIO DE CUYO eligió a una de tantas mujeres que suele encontrar en los dispersos oasis que alimentan la economía agroindustrial de nuestra provincia.

Se trata de Marisol Sánchez, una exitosa instrumentista quirúrgica que eligió hace unos años retomar la profesión chacarera de su padre y ahora es una reconocida productora de ajos en la provincia en el departamento cordillerano de Calingasta.



Desgajando ajos



Marisol Sánchez es una joven mujer que cultiva la tierra en la finca Los Piuquenes de Calingasta. No es la única mujer ocupada en esta labor, pero en ella va el homenaje a todas.

De niña se crió entre los surcos y en el cultivo comenzó en 2008 en la finca de quien más admira, su padre Osbaldo Negrín Sánchez.

"Mi padre siempre fue chacarero y ajero desde hace más de 35 años y si bien hoy lo hace en Tamberías, lo ha hecho hasta en El Leoncito".

Marisol nació en Calingasta y desde 1986 vino a San Juan "a terminar la primaria y hacer la secundaria".

Luego estudió en la Católica instrumentación quirúrgica y trabajó como tal unos 11 años en un hospital de San Juan y también de San Luis.



Apretando los dientes



Según comentó la agricultora, "yo vuelvo a Calingasta a cosechar nueces y a comercializarlas en el 2006. Fueron un par de campañas como nogalera hasta que me animé y logro convencerlo a mi padre de ir a trabajar el ajo junto con él y mi Hermano Gerardo que ya era productor".

Mi padre no quería que fuera chacarera y me costó convencerlo. Cuando no tuvo otro remedio me dijo : "Vos venís, yo te explico sólo una vez. No entendiste, lo lamento. Vos después seguís sola".

Los primeros tiempos no fueron fáciles según relata la productora afirmando que "yo fui por el mismo contrato mensual que tenía en la ciudad de $800 mensuales. Mi aporte a la sociedad era el trabajo. Entonces cumplía los horarios y a fin de año, me sacó las cuentas y me ayudó a hacer un capital inicial. Hoy igual no es mucho porque aún no tengo herramientas".

Comentó que este año ya pudo comercializar su ajo en forma independiente. Cultivó unas 3,5 hectáreas "más la semilla". Para la presente campaña su desafío es "cultivar 5 hectáreas más la semilla si las lluvias nos dejan".

Marisol destacó el papel la labor de otras productoras del mismo género en Calingasta, como Eugenia Gallardo, la familia Pérez, y Silvina Pérez.

Esta productora además desarrolla su labor gremial empresaria. Es secretaria del Centro de viñateros y productores agropecuarios De Calingasta, entidad que agrupa a unos 20 agricultores. Además es vicepresidenta del Consejo Asesor del INTA.

"Yo pienso que es muy difícil cuando estás junto a personas como mi padre que tiene una presencia única para el liderazgo en el campo. Además una es mujer y entonces es más difícil por que a algunos hombres no les gusta el hecho de que el patrón sea mujer. Pero hay otros que son excelentes. Yo creo que para poder surgir, una debe valorar el apoyo de la familia tanto en lo personal como en lo profesional de la agricultura, por que la agricultura es linda, pero es difícil. Y para ello es importante contar con una palabra autorizada a la hora de hacer las cosas".

La agricultura exige mucha dedicación, gustar de lo que se hace, trabajar y estar con la gente indicó finalmente.