Pareciera ser que con revisar placares en cada cambio de temporada y desprenderse de las zapatillas, remeras y abrigos que quedan chicos en la familia es suficiente para cumplir con uno mismo y con el otro como acción solidaria. Ni que decir de las juntadas alrededor de un té o un bingo para recaudar fondos para los más pobres o los que menos tiene. ¿Eso es solidaridad?, o ¿solidaridad implica un compromiso mayor a una simple donación? ¿Es una moda bien vista de la que nadie quiere quedar afuera?. Una batería de preguntas que merecen ser respondidas por especialistas a horas de celebrarse el Día Nacional de la Solidaridad (ver recuadro), en conmemoración al nacimiento de la Madre Teresa de Calcuta. Un detalle nada menor si se tiene en cuenta para comenzar este análisis una de sus afirmaciones que indica "cuanto menos poseemos, más podemos dar. Parece imposible, pero no lo es. Esa es la lógica del amor."

Indudablemente hace falta una redefinición del término para saber si realmente alguien (o uno), es solidario o parece solidario.

Sara Valenzuela, licenciada en Sociología, explica que ser solidario es "concebir al otro desde un pie de igualdad, como ser humano, con su propia identidad, no sólo física sino también de conciencia que lo hace sujeto de derecho en idénticas condiciones. Es tener una mirada desde la cual aceptamos que somos iguales en nuestro ser, en el hacer, en nuestra conciencia, en el deber y el derecho. En cambio si la mirada hacia el otro es de una posición asimétrica brindándole lo que le hace falta es solo filantropía. La solidaridad se hace desde la contribución, es decir contribuyo a su desarrollo para que pueda conseguir la satisfacción, a proteger, a compartir. Esta es la palabra que más la define. Si me posiciono desde un yo poseo y el otro no, concedo, otorgo, dono, asisto, pero no lo hago desde la igualdad, considerando que somos semejantes.

Creo que hay que revisar el concepto de solidaridad pensándolo desde la identidad y la igualdad aún cuando somos distintos, pero compartimos el ser racional con necesidades que pueden ser satisfechas. Dejo de ser yo para pasar a ser nosotros y así crecer en el respeto. Lograr para cada uno lo que somos capaces de construir en forma compartida. Todo pasa por un concepto filosófico", agrega.

Dar sentido a los hechos

En estos tiempos muchos entienden que solidaridad es sólo "dar al que no tiene", y no una contribución real para que el otro pueda desarrollarse, y es aquí donde las acciones definen a las simples palabras.

Analía Ponce, profesora en Filosofía y Pedagogía, autodidacta de la Antropología sociocultural, y doctora en Filosofía explica que "filántropo significa el que ama al hombre o a la humanidad, pero se lo entiende como se lo usa, y se lo usa para designar a aquélla persona o personas que tienen entre sus objetivos prioritarios, el bien común. Seguramente, no todos entendemos lo mismo cuando hablamos de solidaridad. Con mayor certeza, puedo afirmar que en las distintas culturas, la solidaridad -o una noción equivalente a ella- se expresa con conductas muy diversas a las que estamos acostumbrados. Por ejemplo, existen culturas en las que la ostentación de los bienes materiales es percibida como un acto de agravio a las demás personas. Es verdad que en los momentos que corren se hace un uso abusivo del término, aplicándolo a una variedad muy amplia de acciones, que, analizadas en detalle, poco tienen de común, o poco tienen de verdaderamente solidarias. Los ejemplos, abundan".

Ponce sostiene que la solidaridad es "una posición ética respecto a la vida misma e implica adhesión a una causa que no es específicamente propia, pero que se asume como tal, en relación a ese posicionamiento que es, no un esporádico interés o una sensibilidad superficial, sino una firme convicción respecto al valor que los otros (las otras personas) tienen en sí mismos y tienen para "mí" o para "nosotros". Cuando dos o más personas se unen y colaboran mutuamente para conseguir un fin común, hablamos de solidaridad. La solidaridad es un valor de gran trascendencia para el género humano, pues gracias a ella no sólo ha alcanzado los más altos grados de civilización y desarrollo tecnológico a lo largo de su historia, sino que ha logrado sobrevivir y salir adelante luego de los más terribles desastres (guerras, pestes, incendios, terremotos, inundaciones, entre otros), es tan grande el poder de la solidaridad, que cuando la ponemos en práctica nos hacemos inmensamente fuertes y podemos asumir sin temor los más grandes desafíos, al tiempo que resistimos con firmeza los embates de la adversidad".

Así las cosas estarán quienes verdaderamente contribuyen y comparten con el otro para construir una sociedad más equitativa, y quienes deben repensar el término y sus acciones.