San Juan debería actuar de una manera más inteligente o racional en el combate o control de las heladas. Es que luego de más de 3 campañas sucesivas con daños severos, debería dimensionarse la magnitud de los daños y entender que la prevención de los mismos no sólo permite evitar pérdidas millonarias, sino paralelamente financiar el uso de tecnologías apropiadas a las realidades del pequeño productor.

Es que la sequía que sobrevino hace casi 3 campañas sobre la Pampa Húmeda ocasiona que las masas de aire polar lleguen a regiones como la de Cuyo y el centro norte del país con menores temperaturas o fríos más intensos y duraderos que las de años lluviosos en la región pampeana. Esto aumenta la probabilidad y la intensidad de los daños por heladas en nuestros oasis.

Hay quienes señalan la necesidad de analizar la manera de producir brotaciones más tardías, a través del ordenamiento adecuado del calendario de labores culturales como la poda y el riego.

Pero también de la prevención de los daños por helada pueden surgir los fondos necesarios para combatir este tipo de accidentes climatológicos. Por ejemplo, supongamos que por año San Juan perdiera unos 100 millones de kilogramos de uva por heladas. A unos $0,75 por kilogramo, equivaldría el daño a un monto global de $75 millones.

Supongamos entonces que esos $75 millones pudieran destinarse a comprar tracto caloventores para combatir heladas. El monto global equivale a unas 3.000 máquinas que a razón de su rendimiento óptimo de utilización de 7 hectáreas, serviría para cubrir una superficie total de 21.000 hectáreas.

Esto implicaría a rindes promedios de 25.000 kilogramos por hectárea, un costo de la máquina de $ 0,14 por kilogramo de fruta, mientras que si el financiamiento fuera a 3 años, se pagarían menos de $0,05 por kilogramo de fruta por año. Para pensarlo, ¿no?.