Liliana Chávez parece una mujer común y corriente. Aunque si se la ve por un momento desempeñarse en su rol cotidiano, cualquiera descubre que le cabe perfectamente el calificativo de especial. "Y si, soy un poco especial porque estoy bendecida por hijos especiales”, termina reconociéndose esta mamá que no sólo se ocupa de la crianza de sus propios chicos sino que además convive con hijos de terceros.

De hecho, por primera vez, hoy, Liliana celebrará su día rodeada por más de una docena de frutos de su afecto. Es que a sus cinco hijos de la panza -Andrea, Carlos, Santiago, Micaela y Valentín (de 18, 16,10, 9 y 7 años)- se sumarán los cinco nuevos hijos del corazón que cuida desde hace dos meses en uno de los Pequeños Hogares que dependen del Estado. Entonces Mario, Alexis, Miguel, Rolando y Jesús (de entre 17 y 9 años) no estarán solos sino que celebrarán con "la mami”, tal como la llaman. Tampoco quedarán fuera del festejo, dos de sus tantas hijas postizas, las que vio crecer en los institutos de Protección al Menor y con las que sigue ligada por el cariño. Una de ellas, María, la ha convertido en abuela de Tiago, el primero de sus dos nietos también postizos. La otra hija prestada en Jackelin, entre otras más.

Ella, como otras tantas mujeres, está sola. Y por ende, tiene que hacer las veces de mamá y papá. Pero lo que quizás la hace más especial es que ella trabaja de mamá, ofreciendo su labor pero básicamente su cariño, para la Dirección de la Niñez, Adolescencia y Familia.

El oficio de ser mamá

Si bien Liliana había planificado que al terminar la escuela secundaria como Perito Mercantil, sería policía, para seguir los pasos de su hermano mayor, jamás pudo cumplirlo. En cambio, la vida le marcó otro rumbo: se casó, se separó, se quedó sola y sin ayuda económica de su ex marido para mantener a sus hijos, volvió a formar pareja pero se distanció. Paralelamente trabajó en lo que pudo (desde tareas domésticas, cuidado de enfermos, en el comercio y limpiando maquinaria en una industria metalúrgica). Hasta que se enteró que en la entonces Dirección de Protección al Menor estaban necesitando gente. Ahí le cambió la vida ya que descubrió que los chicos -más allá de los suyos- eran su vocación. Del San Juan Eudes pasó al Hogar Ferroviario (donde pasan sus días niñas y adolescentes en conflicto con la ley penal). Así transcurrieron sus últimos siete años. Y un buen día, hace dos meses atrás, le ofrecieron dejar de ser celadora para ser la mamá al frente de chicos necesitados de orden y de muchos mimos. Esa es básicamente su tarea: acompañarlos en su desempeño en la escuela, concurrir a las reuniones escolares, llevarlos al médico, festejarles el cumpleaños, incentivarlos en la práctica de un deporte, también prepararles la comida, ocuparse de la ropa y la casa, acondicionarlos cuando tienen que visitar a sus propias familias de sangre.

"Entre todos somos una gran familia. Acá se comparte todo: desde la comida, hasta los útiles, la ropa, los juguetes, la tele, las salidas. Por suerte, no nos falta nada material. También se comparten las tareas y el cuidado de la casa porque sabemos que es prestada por el gobierno. Mis hijos se acostumbraron rápido a tener nuevos hermanos (que a su vez tienen sus propios padres) y entre todos llevamos una vida como los demás: con mucha alegría, con desencuentro como pasa en todas las casas pero también con consejos para cuando llegue el día que nos tengamos que separar por decisión de los jueces", dice la mujer que se apresta a poner en la mesa más de dos kilos de tallarines acompañados con las presas de dos pollos y tres kilos de pan para satisfacer el hambre de todos sus "descendientes” en un día cualquiera.

"El secreto del rol que hoy tengo que cumplir pasa sencillamente por actuar con el corazón, por darles cariño y confianza suficiente para que crezcan sanos y alejados de los peligros de la calle y la violencia. Yo quiero, como cualquier mamá lo mejor para todos mis hijos y que sean personas de bien. Ni en mis deseos, ni en el afecto que les doy, ni en las charlas que tenemos hago distinciones: para mí sean propios o los que cuido, todos son mis hijos”, dice con absoluta naturalidad.