En la entrevista al Gobernador que publica CUYO MINERO en esta edición especial, resuena el eco de un dato: ya hay, dice Gioja, unos 50.000 sanjuaninos viviendo de la minería. Si eso se cruza con las 2.000 pymes creadas en los últimos dos años para brindar servicios mineros en el país, más los casi 11.000 millones de pesos invertidos en 2010, la ecuación resulta previsible. Pero lo que el recorte duro de los números no traduce es la necesidad que conllevan: entender que esta industria es mucho más que tres minas funcionando y la inminencia de Pascua Lama. Mirar más allá se torna fundamental para descubrir la dinámica de los sectores medios y chicos, la apertura del juego productivo, lo imprescindible que se vuelve discutir el largo plazo de una actividad mucho más arraigada de lo que se suele conocer.
Una nutrida lista de proyectos metalíferos que no gozan de la rimbombancia de un Veladero o un Gualcamayo es ejemplo de ese más allá que demanda atención. En ellos está el terreno fértil para el juego de las empresas junior, variante que le imprime un perfil más ágil a la actividad. Lo mismo sucede con el mercado local de las cales: los productores más pequeños, acostumbrados a chapotear en los márgenes del flujo comercial, están anclando estrategias inteligentes que los ubican en un peldaño promisorio, de la mano de las ventajas del cooperativismo.
Extender la mirada también ayuda a descubrir mundos preexistentes pero poco presentes en el discurso minero del día a día. Sucede con los productores de cuarzo de Valle Fértil, sobrevivientes de un sector habituado a caminar de puntillas sobre los picos de las crisis. Para ellos se vislumbra la esperanza de aportar el silicio que insumirán las pantallas solares, una vez que San Juan quede montado en el engranaje posmoderno de las energías limpias. En una textura similar, el uranio espera su turno para subirse a la escalera de la industria, aunque de momento oscile entre la necesidad energética y la pesada herencia reciente del caso Fukushima.
Mirar, saltando la cerca de lo inmediato, requiere juntar todas esas piezas y despejar el tablero. Y lograr que los temas de fondo que definen las variables del crecimiento sean pensados en función de las décadas, y no de la marea de eslóganes que divaga en los tiempos electorales.