Es pequeño su tamaño y se confunde con una mosca. Su daño puede ser grande. Ya la sufrieron los agricultores del Valle Inferior de Río Negro. Y era una plaga común en la soja y el girasol del centro del país, pero en la última campaña las variaciones climáticas la ayudaron a llegar a Chubut.

En palabras del ingeniero agrónomo Juan Caliccio, de Corfo (Corporación de Fomento Agrario) es una vieja plaga, pero nueva en la zona y hubo un ataque bastante pronunciado, aunque antes no estaba en tanta cantidad. Aparecía aisladamente, no era de importancia y no se tenía en cuenta, explicó al sitio www.diariojornada.com.ar.

Parece una mosca pequeña. Tiene un vuelo torpe, cortito y no mide más de 5 milímetros por 2 milímetros, es alada, tiene ojos globosos, muy similar a un díptero. ‘El productor cree que tiene moscas y en verdad son chinches.

Biológicamente la chinche produce un daño doble: succiona la savia de la planta para alimentarse y en simultáneo inyecta saliva con virus y bacterias. Eso es lo que verdaderamente afecta la planta. El problema es el virus y bacteria que deja adentro’. La planta se enferma y cierra hojas. No puede hacer la fotosíntesis y no forma nutrientes.

En el sur argentino hubo ataques a cultivos de papa, pimiento y tomate, y algunos invernaderos, favorecida por el veranito anticipado de 2014, con un setiembre/octubre caluroso y seco. Todo ideal para que la plaga explote.

Como la chinche no era tan conocida, muchos productores la confundieron con mosquita y la dejaron avanzar. La plantación más dañada fue la papa.

Según el profesional como este año el calor tardó, el clima dio tiempo para monitorear y enseñarle al productor en qué lugares y horarios detectar la chinche en sus recorridas por los cultivos. Aparece alrededor del cultivo bien temprano o a la tardecita. Se calcula que si hay más de 7 chinches por metro lineal, se superó el umbral de daño económico: conviene más atacar la plaga que dejarla porque ya afecta la rentabilidad de la plantación. Igualmente, como todas las plagas, hay que trabajarla antes y no después de que llegue. Hay que revisar malezas, rastrojos de cosechas anteriores y lotes embarbechados, sitios donde se resguarda en parte de su ciclo. Ahora los chacareros están más alerta que el año pasado.

Al respecto, Enrique Fontemacchi, referente de papa-semilla en nuestra provincia, dijo a este medio, que en los valles andinos de Calingasta e Iglesia hay una altísima sanidad, y es lo que le da más calidad a la hortaliza. ‘Es bueno estar atento a lo que ocurre en otras zonas, para prevenir’, agregó.