Al terminar el año, todos tienen alguna razón para estresarse: los niños y jóvenes rinden sus exámenes finales; las empresas hacen sus balances y un año de trabajo pesa en los hombros de muchas personas.

Las emociones están a flor de piel y la subjetividad, que es diferente en cada persona, es el segundo factor que interviene en el malestar general, ya que tiene que ver con las cuestiones afectivas y, por lo tanto, con lo que significan las fiestas y el fin de año para cada persona; con el significado emocional de los aniversarios; de la ausencia o la presencia de familiares queridos y de la relación con las personas más cercanas.

A las emociones que afloran se agrega, además, el hecho de que fin de año, consciente o inconscientemente, es época de balances. Los más exigentes sienten que no han cumplido con todo lo que se habían propuesto, que no les alcanza el tiempo, que todo es insuficiente o que no se hizo todo lo que los demás esperaban de uno, lo cual contribuye al llamado estrés de fin de año.

Incluso la Navidad, una fecha para el recogimiento, se ha convertido en un motivo de tensión, porque otro elemento que genera mucha presión es el consumo, que se traduce en que hay que comprar muchos regalos y todo lo que se va a comer en las fiestas.

Los síntomas del estrés de fin de año van desde el colon irritable, alergias, gripes, resfríos, dolores de espalda y de musculatura en general, agotamiento, enfermedades respiratorias alérgicas o irritativas, así como gastritis, procesos cardiovasculares y aumento de la tensión arterial. También se presentan problemas para conciliar el sueño, insomnio y dolores de cabeza.

La solución es reflexionar. En ningún caso recurrir a fármacos, ya que lo único que hacen es aplacar los síntomas. Lo importante es ver si las prioridades vitales realmente corresponden a lo que uno anhela en la vida.



El arreglo para el estrés es una revisión de prioridades vitales. Si se piensa que todas las navidades hay que "correr\' y no se visualiza el porqué, todos los fines de año se convertirá en una persona estresada.



Estar atentos frente a las cosas que producen una sensación de alerta y tensión, pero no se ven. Si se piensa cuáles son las amenazas reales que se sienten, se puede interrumpir este proceso y alterar las prioridades vitales.



Bücher sugiere además enfrentar el estrés con las armas de una visión reflexiva sobre qué ha sido el año pasado y qué viene el próximo. "Ojalá la gente quisiera ver por encima de hechos puntuales, pero eso sucede muy poco", concluye.