Los arbustos cumplen finalidades ornamentales en el jardín. Según cada especie, algunos requieren de podas de formación o de limpieza. Lo esencial es ser cuidadoso y observador a la hora de podarlos.
Hay especies que permiten formar barreras de contención, entonces los arbustos forman cercos; otros tapan vistas indeseadas; otros estructuran el espacio; otros atenúan ruidos, etc. Sea cual fuera la finalidad que cumplen, es época de darles formas y realizar limpiezas.
Para podar un arbusto debemos saber si se trata de una especie caduca o persistente, de floración primaveral o estival, y la finalidad ornamental que cumple en el jardín.
Las clases de poda son sanitarias, de formación, de mantenimiento, y de rejuvenecimiento La poda que se realiza durante los primeros años de vida es de formación y consiste en que logre su verdadero carácter como planta, suprimiendo los vástagos indeseables, ramas cruzadas, enfermas, secas, o demasiado largas. Esto se puede realizar en arbustos como por ejemplo: Acacia Baileyana, Cistus, Viburnum tinus, Philadelphus, Pittosporum tobira, etc. Recordamos que podar no es tallar.
Para obtener una buena floración será necesario podar las flores marchitas, a fin de que la planta no malgaste su energía. Por ejemplo esto se hace en: Callistemon, Melaleuca, Chaenomeles, etc.
En algunas especies la poda debe ser drástica, como en la Buddleja davidii que florece en las ramas del año (que crecieron en la época estival) o el Cornus sanguínea cuyos tallos de color rojo lucen durante el invierno luego de la desfoliación y se podan a 20 o 30 cm. del suelo antes de la brotación. Otros como la Lespedeza, se podan al ras del suelo.
Cuando se trata de lograr un crecimiento vigoroso y aumentar la frondosidad del arbusto se realiza una poda verde (se despunta cuando están en desarrollo) en los extremos de los brotes jóvenes tarea que se realiza al iniciar el verano. Esto favorece el crecimiento de yemas laterales.

