Sin lugar a dudas que lo que se hereda no se hurta. De chiquita aprendió que el orden es un factor fundamental para que algo luzca bien, que no hay nada mejor que comer simple pero rico, que el buen gusto debe ser algo de todos los días. No podía ser de otra manera si vivió en una casa en la que nunca faltó un centro de mesa a la hora de almorzar y cenar, las mujeres de la familia cocinaban "exquisito", la pulcritud era una constante, tanto que nunca vio su casa desordenada, ni a su mamá desarreglada. Así comenzó la historia de Marcela Sánchez Bustos, quien motivada por sus antecedentes, sobre todo gastronómicos, decidió dedicarse a organizar eventos desde hace varios años.

Se casó muy joven, a los 18 años, y tuvo cuatro hijos, y como habrá sido la influencia familiar que todos cocinan. Uno de ellos es Diego Vega, reconocido cocinero profesional de la provincia con quien comparte la empresa de organización de eventos que lleva el nombre de ambos. También Martín (abogado), Alvaro (bioingeniero), Santiago (trabaja en la empresa familiar Sánchez Bustos), cocinan, pero por hobby o para agasajar a familiares y amigos. Un tradición familiar.

"Mi mamá y mi abuela cocinaban tan rico y no hacían nada del otro mundo, sólo comidas de todos los días de cualquier casa. Así, con mis hermanas aprendimos a hacer de todo. Recuerdo que mi mamá se juntaba con las amigas del Barrio Del Bono a jugar a las cartas y nosotras preparábamos los postres para la hora del té"".

También durante su vida matrimonial pulió el amor por la cocina, porque su entonces marido venía de una familia de buen comer, y además, le gustaba la caza. "Aprendí a cocinar jabalí, ciervos, martinetas, de todo, es algo que siempre me gustó hacer. Tuve el placer que mi hijo Diego heredara ese gusto y te puedo asegurar que lo hace de maravillas".

Diego estudió y adquirió gran experiencia en Córdoba, y a su regreso armaron la empresa con Marcela. Ella se dedica a la logística de los eventos -desde las luces, música, decoración y lo que el cliente quiera, o solo del cattering, si así lo demandan-, mientras que su hijo se encarga de la comida. Un dúo perfecto.

"Esto nació como algo natural y yo necesitaba un medio de vida, por eso comencé. Tomé algunos cursos, los que pude, con Bárbara Díaz en Buenos Aires, y eso me ayudó mucho", cuenta.

Sin duda que se trata de un trabajo agotador teniendo en cuenta que ella debe ser la primera en llegar y la última en irse de cada fiesta porque controla todo en forma personal. "Si es cierto que trabajo cuando la gente la pasa bien, pero es algo que me gusta mucho hacer porque quiero que todo salga bien. La calidad es lo más importante, sobre todo de la comida y eso está garantizado. Si me encargan la decoración la dejo en manos de Marcos de La Tomasa, y así con cada una de las cosas que hacen falta".

Marcela dice que la tendencia en la provincia es hacer grandes fiestas tanto que se puede calcular que un casamiento para 300 personas con todo lo que la pareja siempre soñó tiene un costo estimado de "un auto cero kilómetro de alta gama".

Actualmente se festejan los cambios de décadas, sobre todo los 40 y los 50, se estilan las fiestas temáticas, o llenas de sorpresas para los invitados, en fin, la gente tira la casa por la ventana, mientras que ella asegura que también se puede armar algo muy lindo con "buen gusto, comida rica y bebida fresca, aunque el presupuesto disponible no sea tan abultado".