Sazón de oliva
Con mucho esfuerzo y dedicación, lograron instalar y hacer funcionar una auténtica aceitera boutique para extraer lo mejor de las aceitunas, uno de los productos más emblemáticos de San Juan. Sin embargo, este año quienes trabajan para engrandecer la firma Olivar de los Andes (variedad de aceites) y La Salmuera (marca de la línea de aceitunas de mesa) -ambas del Establecimiento Olivícola MAT SRL-, pudieron completar el esquema soñado con la apertura de La Salmuera, el primer restaurante temático, construido dentro de un establecimiento fabril. Y tal como esta denominación lo indica, el eventual comensal es invitado, antes de sentarse a la mesa a visitar cada rinconcito de ese espacio productivo para conocer cómo es el proceso, paso a paso.
Luego podrá elegir, según la propuesta, almorzar en la misma cava subterránea, la bóveda donde se almacenan los mejores aceites. O en el salón principal (que es cerrado y climatizado) o cuando el clima lo permite en el pintoresco jardín parquizado que permite disfrutar de un almuerzo campestre con vistas a las sierras y las plantaciones cercanas de olivos.
Según detalla Marcos Vallejos, encargado de Restaurante y Turismo del emprendimiento, el chef Javier Ortuño armó un menú acorde al lugar: todo tiene su toque de aceite de oliva desde la entrada al postre. De hecho, llevan un cuenco con diferentes variedades de aceites para catar y degustar antes de disfrutar de la comida propiamente dicha que consta de una entrada (en la que se pueden elegir empanadas sanjuaninas en horno de barro, pasteles criollos fritos en Aceite de Oliva Virgen Extra Blend Arbequina-Coratina o brusquetas pinceladas en Picual), el plato principal (carne a la llama con verduras al rescoldo o vegetales frescos de estación aromatizados con la variedad Coratina; o para los vegetarianos anquitos gratinados al horno de barro con Coratina, verduras de estación al Aceite de Oliva Virgen Extra y para los chicos hamburguesa casera a la chapa con papas fritas) y el postre que también llega con un toque de aceite: como el queso fresco y dulce de membrillo con gotitas de Changlot; la alcayota con queso, nuez y sazón de aceite variedad Picual, entre otros.
El broche de oro de la salida gastronómica es pasar por la tiendita que hay en el lugar para llevarse a casa los mismos productos que formaron parte del almuerzo.
Montaña de sabores (y paz)
Montaña de sabores (y paz)
Y como todo entra por los ojos, el salón dónde se preparan las mesas, tiene vista a la inmensidad de la montaña. Fundamental, para que la comida tenga sabor a quietud.
* * * * * *
De la huerta a la mesa
Con sus propios tomates (tiene 5 variedades), brócolis, pimientos, berenjenas, acelgas, lechugas, zapallos, repollos, albahacas (verdes y negras), aromáticas, y hasta frambuesas y alcayotas preparan buena parte de la carta. También tienen su propia cría de llamas, chivos, corderos y truchas para hacer sus platos fuertes y emblemáticos como el jamón de llama, la pata de llama o cordero y las pastas caseras de trucha, según cuenta su propietaria, Carla Meglioli, quien en persona invita a dar una vuelta por los bordos o las lagunas, antes de sentarse a comer esos sabores con los que ella misma creció y que alimentan su historia personal.
Un detalle que no es menor: en el mismo lugar hay una tienda que pesa y cobra las verduras frescas que el comensal quiera llevarse a su casa, lo mismo que los dulces, conservas y las preciadas semitas con chicharrones de llama que se elaboran en el lugar.
Identidad a la vera del camino
Identidad a la vera del camino
* * * * * *
Con gusto a historia
Con gusto a historia
La casona de adobe que el primer boticario de Jáchal construyó sobre mediados del 1800 frente a la plaza principal, tenía dos opciones: que la derribaran y con ella enterraran parte de su historia, o seguir escribiendo un racconto para las nuevas generaciones, al seguir con sus puertas abiertas. Así lo decidieron los tataranietos de Adán Torres, el dueño original que aprovecharon la construcción y la convirtieron en un restaurante: El 1800, para rendir homenaje al lugar donde funcionó la farmacia del tatarabuelo pero además fue sede durante algunos años de la Escuela Normal de Jáchal.
Eduardo Del Sacramento -actualmente quien está al frente del lugar- dejó su vida fuera de San Juan para volver y rescatar todo el mobiliario, muebles, artefactos de uso familiar pero con mucho valor histórico. Y lo puso como decoración. Pero también apelando a sus conocimientos gastronómicos diseñó los platos claves con los que abrieron en el 2009. "Estoy orgulloso de tener un lugar con identidad que sigue escribiendo su historia. Acá hay elementos y sabores únicos como las tortitas al rescoldo, la pizza criolla (que él inventó con mozarella, tomate y rodajas finas de punta de espalda con chimichurri sobre masa de pizza), pasteles y empanadas, un carré de cerdo con salsa de membrillos y un peceto con dulce de ciruelas ahumadas. Estoy convencido que lo nuestro nunca va a pasar de moda y que va a hacer historia. A eso apuesto'', dice quien es visitado por turistas y locales.
* * * * * *
Casi a punto
Casi a punto
Como no podía ser de otro modo, Alfredo Morales -un jujeño instalado en San Juan desde 2007, luego de dejar el restaurante del Hyatt de Mendoza para dedicarse a dar clases en un instituto y para armar diferentes restaurantes hasta lograr su recordado Raíz San Juan, un precursor en el rubro de la cocina con los productos que se dan en cada lugar- está ultimando detalles para abrir las puertas de "Pa' Pueblo'', un espacio dónde sólo habrá lugar para 10 cubiertos y quienes tengan la suerte de ocupar esos sitios privilegiados en una barra taller podrán sentarse a comer, hacer degustaciones e inclusive aprender cómo se prepara cada plato con el valor agregado de llevarse en las retinas los sabores más autóctonos del universo. Otros tantos, quizás duplicando ese número, podrán probar estos platos que el chef llama "Street Food'' (o lo que es lo mismo define como menúes elaborados con productos estacionales), pero llevándolo a casa con un packaging muy particular que conservará la estética que lo caracteriza, según promete. En la primera carta, habrá quinoa con alcauciles gratinados, chivito en curry, puchero, pastrón de punta de espalda, sorrentinos de conejo y cerdo confitado, entre otros. Ya se está en la cuenta regresiva, para degustarlos.
La otra iniciativa llegará de la mano del chef Guillermo Almirón. Usará no sólo el nombre de su abuelo y su papá -los dos se llamaban "Don Fernando''- y las instalaciones de la casa familiar para deleitar a los comensales con esos sabores típicos de la "cocina heredada'', sin conservantes ni enlatados. Ya está haciendo pruebas con sopas, caldos, cerdos, chacinados, chivos y masas madres (sin levadura). "Lo tradicional hay que compartirlo'', sostiene como leit motiv para su emprendimiento. Para que no se pierda.
Fotos: colaboración Marta Muñóz, Guillermo Almirón, Alfredo Morales, Carla Meglioli, Eduardo Del Sacramento, Marcos Vallejo, Jorge Amaya y Prensa Ministerio de Turismo y Cultura.