Daniela Ortiz integra la enorme lista de personas que en pandemia hizo algo distinto, a lo mejor impensado, ese algo para lo que antes no había tenido tiempo.

Daniela Ortiz integra la enorme lista de personas que en pandemia hizo algo que le cambió la vida.

Daniela Ortiz, en pandemia, estudió y se adentró en distintas formaciones relacionadas con el mundo de la escritura y la creatividad. Es licenciada en Letras, docente universitaria y escritora, también practica yoga y encontró en la Escritura Somática una puerta abierta a la que eligió "ponerle el cuerpo", con cada una de sus fibras, con cada una de sus sensaciones. Tanto le fascinó esta corriente que se la apropió para seguir explorando, tomando cursos -en especial con Celia Guinchal- y para ponerle nombre a su proyecto personal y de investigación en el ámbito de la UNSJ: Cuerpescritura. A partir de ahí, surgieron dos iniciativas de Extensión Universitaria que la tienen como responsable y que en ese marco, comienzan a dar sus frutos ya que desde hace unos días y por el lapso de 4 jornadas va a dictar un taller gratuito en el Centro Cultural Conte Grand que sin lugar a dudas promete ampliar los horizontes pero fundamentalmente ofrece otra mirada hacia la postura de escribir.

"El cuerpo está siempre presente cuando uno escribe, pero al incorporar la práctica somática se hace consciente entonces se genera una relación en la que no se trata tanto de decirle al cuerpo que hacer -aunque si hay una guía que va dirigiendo- sino que lo deja libre para que cada uno pueda escucharse, en un estado generalmente de mucha tranquilidad, de libertad. Entonces la escritura ya no es tan mental, tan estructurada, tan intelectual sino que se suelta, es fluida, se relaciona con el presente, con lo que está ocurriendo en este preciso momento, no está pendiente -como en lo que llamo la escritura literaria- de la corrección. Es por eso que surgen muchas impresiones vinculadas a lo inconsciente, a los dolores, a los traumas, también a lo terapéutico, aunque no es el fin último, lo terapéutico pero inevitablemente escribiendo se sanan muchas cosas. Es lo que los surrealistas conocen como la escritura automática, quizás improvisada", detalla la profesional que propone con su taller gratuito una "Bitácora del Cuerpo", tal como ha definido a la iniciativa que comenzó la semana pasada y que tiene como participantes a escritores e interesados en la literatura, el teatro, las artes visuales, la danza y la danza terapia pero también a docentes personas de letra, teatro, de artes visuales, también hay docentes de distintas ramas. Nobleza obliga decir que como fueron tantos los interesados, la profesional ya planifica una repetición de la convocatoria (aunque aún no tiene fecha definida).

La Escritura Somática es una rama de la Educación Somática. Una corriente relativamente nueva, de principios del siglo XX que sigue desarrollándose. El foco está en el "soma" que significa cuerpo vivo (en griego).

Viaje al mundo interior

Básicamente los conocimientos que la magíster Daniela Ortiz quiere compartir están enfocados a escribir -lógicamente-, luego de pasar por la experiencia que implica generar un espacio de conexión y relajación por medio de distintas técnicas. Esta profesional, a partir de sus saberes de yoga -que no es una práctica somática propiamente dicha, pero si se considera un antecedente- prefiere acciones "desde el cuerpo quieto y tranquilo", aunque reconoce que hay propuestas que buscan el movimiento libre.

La original iniciativa que trae Daniela bajo la manga tiene como punto de partida -como si se tratara de un viaje- la consigna de repensar los primeros pasos de la escritura. Por eso, apela a los cuadernos escolares de la infancia para cuestionar la "función de control" que se ejerce desde ese simple elemento que inclusive define hasta la letra, lo que se dice y hasta cómo se usa. "Con la Escritura Somática nos planteamos desde cómo se escribe en la típica aula, donde toda la clase mira hacia el mismo lado, uno atrás del otro, el profesor adelante y los alumnos no se ven sus caras, sumado a que el cuerpo está pero está olvidado, doblado para amoldarse a esos bancos rígidos. La propuesta en cambio es muy diferente, de escucha interna, de exploración por eso hacemos referencia a una bitácora -que es ese cuaderno que se utilizaba en navegación- como una metáfora de pensar que el cuerpo cuando entra en estas prácticas somáticas, entra en un viaje, se siente así, salir de un lugar y llegar a otro y además es una metáfora de la vida misma porque la vida es un viaje en la que el cuerpo es una fuente de información personal", asegura.

La actividad incluye un espacio para encuadernar el material que surja en los encuentros, lo que lejos de encorcetarlo y limitarlo, se promueve para dar un sentido también ""orgánico". Es que esos cuadernos que se logren no serán como los que se compran, sino que cada uno podrá diseñar el suyo no sólo en los estético y funcional, sino elegir los materiales y la impronta que va a tener en su uso. "Es un espacio lúdico ya que cada uno lo va a hacer como quiera y por supuesto lo va a usar como lo necesite, de atrás para adelante, desde el medio o para escribir de arriba hacia abajo. Micaela Bernard que tiene un emprendimiento de encuadernación y una editorial autogestiva, se ocupará de esa parte de la propuesta", explica.

Revista propia

Uno de los caminos que generó el proyecto de extensión fue una revista virtual que ya tiene financiamiento para los primeros dos números, que tendrán una publicación semestral. El primero de ellos saldrá antes de julio y con textos generados por especialistas de Italia, España, Costa Rica, Perú, Colombia, Guatemala, Chile, distintos puntos de Argentina, entre otros lugares del mundo, en los que se abordará el tema de "La palabra del cuerpo". Para eso hubo una convocatoria abierta, a la que respondieron con más de 170 textos, los que fueron seleccionados para subir a un sitio que está en construcción en estos momentos.

Los interesados en conocer más detalles puede contactarse con cuerpescritura@gmail.com o al 2644825741.

 

Por Paulina Rotman
Fotos: colaboración