Aún en estos días fríos y a veces grises, hay flores que muestran su generosidad aportando calidez y luminosidad. La Bignonia venusta o Pyrostegia venusta, es una planta trepadora (una liana), autóctona de la región nordeste de nuestro país, pero que se ha extendido a otras zonas y se la encuentra frecuentemente en muchos hogares de San Juan.

Tiene fuertes tallos leñosos que al principio necesitan apoyo, pero cuando crecen contra una pared, esos mismos tallos son el apoyo de su ramaje nuevo, que se sostiene por medio de abundantes y fuertes zarcillos. Su follaje es persistente; las hojas, ovaladas y en punta, son algo coriáceas, y a fines del otoño luce su floración.

Las inflorescencias forman apretados racimos en los extremos de las ramas y las flores, con breves cálices verdes, van abriendo y asegurando prolongada floración. Hasta el fin del invierno lucen de un naranja brillante, son tubulares dejando ver extendidos estambres hacia fuera de la flor. Ubicada en lugar abrigado y luminoso, la planta florece mucho y además posee un bello aspecto.

Su nombre Pyrostegia viene del griego pyr, fuego, y stegos, cubierto. Se la llama también Bignonia venusta por ser una bignoniácea, flor de San Juan por su fecha de floración o liana de la llama y, sin duda, cientos de nombres más originados en la inventiva doméstica, y como tales, originales y novedoso.