Cromo, cobre, magnesita, boro, plomo, cinc, entre otros. Pero como si fuera poco, oro, petróleo, hierro, litio y silvina son algunos de los minerales e hidrocarburos que prometen grandes perspectivas a futuro en Tíbet. Mientras que sus reservas de cobre ascienden al primer lugar dentro del territorio ocupado por China, en el corazón del pequeño país asiático (que es una región autónoma) los yacimientos de boro y oro son suficientes para la construcción de minas grandes y medianas. A su vez, los de hierro, plomo y cinc y magnesita presentan perspectivas para la explotación a gran escala, es decir la megaminería.

Hace décadas que se viene realizando evaluaciones preliminares en una partida de áreas de recursos minerales relativamente concentrados y de alto valor para la explotación. Esto toma mayor relevancia en la actualidad ya que el precio de los minerales metalíferos está aumentando su valor continuamente debido a las fluctuaciones del mercado internacional.

Existen ya 20 áreas prospeccionadas y otras 29 han sido investigadas a fondo dentro del Tíbet. A esto se le debe sumar la existencia de 63 depósitos grandes y medianos de minerales asociados. Lo que implica ubicar al pequeño país asiático dentro de las grandes potencias de la actividad minera mundial. La actual condición del mercado internacional en relación a los minerales metalíferos, sumado a la gran potencialidad minera, lleva al Tíbet al centro de las miradas de muchas megacompañías mineras. Específicamente, empresas de grandes capitales internacionales provenientes de Canadá, Gran Bretaña y China.

Este último país se dedica mucho a la explotación de los recursos naturales del Tíbet, debido a que hace más de medio siglo que el pequeño país está anexado al gigante asiático. Inglaterra fue el primer país en involucrarse en la industria minera de China. Fue en 1997 cuando entró en el país asiático la primera compañía minera inglesa. Repentinamente, China se convirtió en el país con mayor producción de oro reemplazando a África del Sur. Actualmente más y más empresas inglesas y australianas se han concentrado en las grandes zonas de inmenso potencial minero que existen en el Tíbet. Sin embargo, uno de los grandes frenos en la minería de este país son las ancestrales costumbres y lugares sagrados que poseen sus habitantes. Su vida es una continuidad espiritual sin fijaciones materiales, debido a sus fundamentales bases religiosas.

En 2003, Dalai Lama declaró en una carta pública: “Quiero exhortar a las compañías extranjeras que tienen ganas de invertir en Tíbet, que primero consideren bien los intereses de los tibetanos antes de venir”. Según reportajes de esa fecha, hubo antes conflictos entre mineros y tibetanos por los permisos de exploración concedidos.

El Tíbet es una región autónoma ubicada al suroeste de China, situada en Asia Central, cuya capital es Lhasa. Su sorprendente geografía implica un conjunto de tierras de más de 4.500 metros sobre el nivel del mar. Rodeada a su vez de las cordilleras de mayor altitud de la Tierra. En el concepto occidental, Tíbet puede referirse a Región Autónoma del Tíbet o RAT (una subdivisión administrativa de la República Popular China), o al Tíbet histórico que consiste en las provincias de Amdo, Kham, y Ü-Tsang. Tan elevadas son sus montañas ricas en minerales, que este país alberga el pico más alto del mundo, el monte Everest, haciendo frontera con Nepal.