Pantallas LED, computadoras portátiles, iPods, iPads, fibra óptica, lámparas bajo consumo y la lista sigue. Por desconocidos que resulten, forman parte de la vida cotidiana pues integran un reducido grupo de metales utilizados en la fabricación de dispositivos electrónicos de avanzada.

Se trata de los minerales raros o tierras raras, una particular denominación para 17 elementos, óxidos e hidróxidos, reunidos en el bloque f de la tabla periódica. Recientemente la minera canadiense Wealth Minerals adquirió casi 6.000 hectáreas en cercanías a Rodeo de los Molles, San Luis, para iniciar la búsqueda en un área considerada por los especialistas como el proyecto no desarrollado de tierras raras más grande de Sudamérica.

La apuesta de la empresa llegó en un contexto de necesidad: China, que concentra el 97 por ciento de la producción mundial, anunció hacia fines del año pasado un recorte en la cuota de exportación de tierras raras. En este escenario y en un momento en el que el desarrollo tecnológico resulta estratégico, el mundo se debate entre reciclar, producir, o depender.

Así las cosas, el potencial minero de Argentina vuelve otra vez a escena y pone sobre el tapete su futuro rol como proveedor de minerales raros. Los primeros pasos llegaron con el litio, que convirtió al país en el tercer productor mundial del mineral. Su amplia presencia en los salares de provincias como Salta, Jujuy y Catamarca, lo colocó entre los principales productores de un componente base para el desarrollo de baterías para celulares, computadoras portátiles y cámaras digitales.

En lo referido a tierras raras, San Luis concentra en este momento el foco de atención. Según datos difundidos por GEMERA (Grupo de Empresas Mineras Exploradoras de la República Argentina) en publicaciones especializadas, diversas empresas pidieron cateos para iniciar tareas exploratorias en esta provincia. También se confirmó la detección de reservorios de tierras raras en Córdoba, La Rioja, Catamarca, Salta y Santiago del Estero. En este último caso, existen referencias desde hace cinco años atrás, cuando un equipo de geólogos del Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet) detectó la presencia de minerales raros en la Sierra de Sumampa, en el sudoeste santiagueño.

Las tierras raras son macizos graníticos antiguos asociados a rocas ígneas. En específico “se trata de rocas ígneas magmáticas que han sido cristalizadas en el interior de la tierra, que pueden ser de presentación diseminada o vetiforme, son metales y generalmente se usan en aleaciones como puede ser el hierro”, explicó Alejandra Pittaluga, catedrática de la Licenciatura en Ciencias Geológicas e investigadora del Gabinete de Geología Ambiental de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNSJ.

De acuerdo a Pittaluga, en San Juan hay antecedentes vinculados a tierras raras registrados, llamativamente, en la localidad de Valle Fértil. Se trata de un estudio de tipo geofísico denominado “Cubicación de tierras raras aplicando métodos sísmicos en la quebrada del río Valle Fértil”, realizado en 1999 bajo la autoría de Elsa Ponce Durand. “En él se habla de un mineral que es la monacita y de fosfatos de tierras raras y torio”, señaló la geóloga quien agregó, “si bien es un estudio que más que nada está centrado en la aplicación de métodos específicos, nos brinda un dato interesante con respecto a la provincia”.

Ahora ¿por qué se las conoce como tierras raras?. Se trata de una denominación de vieja data basada en la dificultad que tenían los antiguos geólogos en extraer y aislar estos minerales. Según Pittaluga, “no son tierras, ni raras, son más bien metales que no se presentan puros sino formando compuestos con el oxígeno e hidrógeno; a principios del siglo pasado a estos elementos químicos se los denominaba tierras raras porque no se los podía separar para usarlas en compuestos puros, sino que se los utilizaba en mezclas y aleaciones”.

En la actualidad estos activos estratégicos son de variada aplicación, algunos de ellos en tecnologías de punta como en el desarrollo de baterías para vehículos híbridos y otros de uso más cotidiano, como las computadoras portátiles o la telefonía móvil. El abanico es amplio y Argentina puede convertirse en el nuevo referente.