Su historia huele a tradición. Según contaron sus recuerdos, su abuelo fue uno de los primeros en instalar un horno de cal en Divisadero, en le departamento Sarmiento. Eran los años ’60, tiempos de hornos a leña y del inicio de una actividad que luego caracterizaría a la zona. Veinte años después, José Morales, pequeño productor calero, seguiría los pasos de su abuelo. En la actualidad lleva adelante un pequeño horno familiar en el que comparte tareas junto a sus hermanos Ramón, Pedro, Juan y Armando.

“La necesidad de independizarme -trabajaba para una gran empresa calera- me motivó a comenzar con un proyecto propio.

Lo hablé con mis hermanos y así fue como decidimos trabajar juntos en la producción de cal”, comentó José.

El horno que permitió el inicio de una nueva etapa en la vida de los Morales llevó tres años de construcción y tiene una capacidad de producción estimada en 8 toneladas. Ubicado cerca de la escuela de Divisadero, hacia el Oeste, el horno trató de reflejar el esfuerzo y el amor al trabajo que habían caracterizado a su abuel, el hacedor de ese viejo horno de cal que se apagó con la llegada del carbón.

De acuerdo a José Morales, la década del ’80 fue buena para la producción de cal, industria que años después tendría un repunte extraordinario con la llegada de la gran minería a San Juan. “Veladero empezó a demandar cal y también Minera Alumbrera en Catamarca. Fue una buena época”, dijo José.

La referencia en tiempo pasado a esta bonanza en la actividad tiene su correlato en la situación actual. La crisis del campo con sus piquetes y cortes de ruta comenzaron a retrasar la entrega de esta materia prima a la industria. La situación empeoró con el estallido de la crisis económica internacional y de a poco, los hornos dejaron de trabajar.

Este revés en la industria calera y en particular en la actividad de los pequeños caleros locales dio a lugar a que muchos se quedaran sin el sustento diario. Hoy y a meses de un momento que muchos quisieran olvidar, pequeños productores volvieron al trabajo digno gracias a un proyecto de remediación ambiental en la zona de Los Berros.

La propuesta se basa en la limpieza del vertedero municipal de Sarmiento, tarea que desde enero se lleva adelante con la participación de los productores que quedaron sin trabajo. José Morales es uno de ellos y, según expresó, “fue una muy buena forma de dar una mano a la gente que quedó desocupada, con nuestro trabajo colaboramos en cambiar la vista del lugar”.

Con vistas al futuro, este calero anhela ser dueño de su propio molino de cal. La idea de industrializarse representa un desafío, sobre todo si se tiene en cuenta que en la actualidad, la piedra caliza se muele en las grandes empresas y luego es revendida a los productores chicos.

A pesar de la crisis, Morales sueña. Sabe que su actividad es compleja pero a su vez es la llave para un futuro mejor. “No sé hacer otra cosa que ser calero. Trabajo para dar de comer a mi familia y para que cuando tenga hijos, ellos puedan estudiar.

Espero lo mismo para los hijos de mis hermanos. Es el modo en que ellos podrán acceder a otras cosas y no estar a la espera de que alguien les quiera comprar la cal o no”, reflexionó este calero de pura cepa del que, seguro, el abuelo Morales estaría orgulloso.