Es lamentable que, cuando en otras provincias de la República Argentina la agrupación de productores rurales de rubros como el sector lácteo, el yerbatero, el azucarero, el cañero, el maderero y forestal, el ganadero en el Norte argentino y otros, muestran un modelo exitoso, en nuestra provincia haya poco interés en esta forma de trabajar.

En equipo, con dirección técnica en los aspectos básicos, digamos el técnico y el contable-legal, cualquier producción puede llegar a ser diferente y destacarse del resto, entrando en el mercado agresivamente y logrando volúmenes de importancia de acuerdo a la cantidad de socios que operan en el negocio.

Además, las ventajas empiezan a multiplicarse cuando se piensa en beneficios impositivos como exención al Impuesto a las Ganancias y otras rebajas, como también en el trato con entidades bancarias específicas del sector cooperativista, que siempre tienen al alcance líneas especiales para los agricultores agrupados en estas empresas. Las compras masivas implican rebajas de importancia en insumos elementales.

Ni contar el ejemplo de Anecoop, la gran cooperativa española, con sede en Valencia, que exporta naranjas a todos los países de Europa, incluyendo toda la Unión y los países que integran el resto. Tienen más de 1.300 socios, poseen planes directos con empresas fabricantes de fertilizantes, de envases, de insecticidas y funguicidas y hasta con viveros frutales.

Lamentablemente en San Juan no existen muchas cooperativas agrícolas, agropecuarias, agroindustriales o ganaderas, que se destaquen, salvo la federación que agrupa varias cooperativas y nuclea el proyecto del INTA que está presente en casi todos los departamentos. Un sector no explotado. El individualismo, el gran responsable.