Seguramente llegar a Japón fue tan importante para Elina Buffa como cuando decidió dejar su La Plata natal y radicarse a miles de kilómetros en San Juan. Esa decisión de hace 17 años marcó un nuevo camino en su vida, no solo a nivel laboral.
En los últimos años, su arribo a tierra nipona también le indicó un nuevo rumbo. Es que la posicionó -pese a su perfil bajo- como la única latinoamericana que tuvo la posibilidad de poner a prueba más de una centena de muestras de aceites de oliva en un concurso y una feria de productos tan exóticos como extraordinarios. Como tal participó en el jurado del Olive Japan y ya está invitada para ser parte en la próxima edición que tendrá lugar en abril del 2015.
Más allá de la contienda internacional en el "otro lado del mundo” donde se reunieron en una misma mesa expertos en cata de aceite de oliva de los países con mayor desarrollo de la industria olivícola, su participación significó abrir una puerta grande a un mercado por demás interesante: es que si bien el consumo de este producto es incipiente en esta zona asiática tiene un altísimo potencial. Según pudo nutrirse de información Buffa, los volúmenes de consumo de aceite de oliva de los japoneses son enormes y van en aumento por varias razones como que está modificándose el modo de vida de los nipones por lo tanto ha cambiado su alimentación, sumado a que la población está envejeciendo a pasos agigantados por lo que recurre cada vez más a alimentos saludables. Además se estima que en el 2040, este país tendrá 40 millones de personas de clase media-alta, lo que indudablemente se verá reflejado en su calidad de vida. De ahí que ningún productor quiera quedar fuera de este evento que llega a convocar a 200.000 personas en la feria que se realiza en un conocido shopping de Tokio, dónde se exponen no sólo aceites, sino otros productos comestibles y de cosmética vinculados al sector. Es una gran vidriera.
"Japón es un nicho de mercado super atractivo para el aceite de oliva. Y en el caso de Argentina y San Juan en particular, tiene mucho para ofrecer: desde nuestra calidad en aceites que a diferencia de otros grandes productores como España que tienen mosca del olivo que les ha complicado el standard de sus productos; hasta el hecho de producir a contraestación. Nosotros tenemos que apostar a la calidad y a la presentación ya que son dos aspectos a los que se les da mucha importancia”, resume Buffa para quien fue una verdadera sorpresa ser invitada a semejante evento.
"La convocatoria me llegó de manos de una especialista estadounidense, Liz Tagami, que también participó y que coincidentemente había llegado a San Juan a las rondas de negocios de la Fiesta del Sol y de Argoliva. Ella recibió mi nombre por terceros, pidió referencias ya que antes había degustado como jurado en un concurso de aceites de Los Angeles, averiguó mis antecedentes y así llegué a Japón, casi que por una cadena de casualidades y causalidades”, rememora la primera vez en que fue convocada para el famoso Olive Japan, allá por el 2013. La invitación se repitió en el 2014 y si bien todavía falta medio año, acaba de recibir el convite para el próximo concurso.
Elina Buffa es ingeniera agrónoma. Se recibió en La Plata, donde la olivicultura no era más que uno de los puntos del programa de la materia semestral Fruticultura, es decir, un cultivo poco relevante al menos para la zona.
Ella realmente descubrió las bondades de los olivos cuando uno de sus compañeros y amigos de la universidad -Juan Pablo Castellanos, su actual socio en una fábrica de aceite de oliva- le propuso dejar sus trabajos en un programa frutihortícola del Ministerio de Asuntos Agrarios de la provincia de Buenos Aires y en certificación orgánica para, en cambio, colaborar técnica y profesionalmente en el armado de un emprendimiento de 1000 hectáreas de aceitunas. Aceptó el desafío sin saber muy bien cómo iba a hacerlo. Y así, dejó todo en La Plata y se vino a la provincia, en un principio por un año. Pero el lapso de tiempo se extendió -y sin límites- cuando no sólo se enamoró perdidamente del olivo, de su aceite y por ende, de San Juan. Incluso aquí hizo su familia, compuesta a esta altura de las circunstancias por tres hijas sanjuaninas.
Lo que sigue en su historia es un apasionamiento por lo que hace y por querer hacer más. A punto tal que desde sus comienzos -hace ya 15 años- se integró al Panel de Cata de Aceite de Oliva de la Universidad Católica de Cuyo. Se sumó, lo reconoce, para interiorizarse y conocer. Y vaya si aprendió que actualmente ella misma elabora aceites muy bien posicionados. Además es . Y como si fuera poco, es coordinadora del grupo CREA Olivícola de San Juan, una asociación sin fines de lucro que nuclea a empresas que comparten actividades de capacitación y desarrollo a partir de experiencias buscando la mayor rentabilidad de cada firma. Para no perder la costumbre y no olvidarse de su primer amor -la fruticultura- dedica parte de sus jornadas al asesoramiento técnica en almendras.