Enviaban su materia prima a San Luis para ser procesada, pero esta realidad cambió desde que los pequeños mineros malargüinos tienen un taller de lapidación de rocas de aplicación y ornamentales en su localidad. Así, cada producto lleva la impronta personal de sus creadores, en un diseño original y único puramente de autor. El taller se inauguró el 16 de diciembre de 2006 e integra uno de los vectores de desarrollo impulsados por la Incubadora de Empresas Malargüe, en Mendoza, institución creada en 2004 con el fin de fortalecer, promocionar y desarrollar emprendimientos locales desde su etapa más temprana (ver aparte).
Tal es el éxito de los proyectos generados desde la Incubadora de Empresas Malargüe, que el modelo trascendió fronteras y llegó hasta San Juan. Un trabajo conjunto entre la minera Barrick y profesionales del Gabinete de Estudios e Investigación en Administración, dependiente del departamento de Ciencias Económicas de la Facultad de Sociales de la UNSJ, lleva adelante desde el año pasado, un proyecto de incubadora de empresas con gente de Tudcum en Iglesia (zona de influencia de Veladero). Se trata de catorce proyectos vinculados a la producción textil, carpintería, metalurgia, servicios y alimentación, actualmente en evaluación. Finalizada esta etapa, próximamente se conocerá a los adjudicatarios de un subsidio otorgado por la empresa para la concreción de los proyectos.
En promedio, los montos rondan entre los 8.000 y 30.000 pesos de inversión inicial para la incubación. Similar a la experiencia de Malargüe, la iniciativa es generar y acompañar micro emprendimientos del lugar. La diferencia, en este caso, es la de potenciar a aquellos que permitan diversificar las opciones laborales de la zona, centradas principalmente en la agricultura.
En cuanto a la experiencia mendocina, “fue un proyecto creado exclusivamente para potenciar al sector minero artesanal de pequeña escala, por medio de la industrialización, incorporación de tecnología y capacitación estratégica de manera constante del recurso humano potencial y existente”, se informó desde la Incubadora de Empresas. Para ello se montó un lugar equipado con maquinaria especializada (roladora, pulidora, desbaste, entre otras) y una mecánica de trabajo a través del cual todos los incubados pueden acceder al taller con la previa solicitud de un turno. “A los incubados internos se le proporciona un espacio físico, asesoramiento técnico, capacitación. Ellos no deben cumplir horarios, son dueños de los horarios de sus productos y los encargados de vender sus productos”, especificó Laura Zamora, ingeniera agrónoma e integrante del equipo técnico multidisciplinar de la institución y quien por el momento desempeña funciones en las relaciones públicas de la entidad.
Juan Carlos Pérez, con trabajos artesanales en roca, y Diego González, con mesadas y bachas para baños en granito, son los incubados actualmente vinculados al taller. Ambos tienen como nicho de mercado comercios locales. En el caso de Diego González, está en proceso de inserción de sus productos en departamentos y provincias aledañas. “Juan Carlos Pérez, quien realiza artesanías en roca y algo de joyería, tenía experiencia previa en minería y recibió capacitación en la parte de joyería. Diego González hace aproximadamente dos años que se encuentra incubado, él contaba con una experiencia previa en este tipo de trabajos”, detalló Zamora.
Si bien cada emprendedor presenta una situación particular al llegar a la Incubadora (están los que tienen experiencia en el rubro y los que no), se apostó a un fuerte proceso de formación para todos los beneficiarios. A partir de 2006 se realizó capacitaciones dictadas por profesionales de la Dirección de Minería de Mendoza y por un artesano proveniente de la provincia de San Luis. Continuaron en marzo de 2007 y es así que quedaron divididas tres líneas: artesanías, gemología y joyería; corte y pulido de rocas para la construcción; y marmolería y granito.