El clima, la inflación de costos, la falta de mano de obra, la inseguridad son algunos de los escollos que enfrentan hombres y mujeres del campo y la industria local. A esto hay que sumarle las crisis: la financiera internacional, la hídrica local, la energética, la de combustibles, etc. Todas sin resolver.

La devaluación del peso chileno frente al dólar pone además un ingrediente para condimentar una pesada sopa de falta de competitividad internacional de nuestros productos, excepto el oro.

Empresarios y productores argentinos de todas las economías regionales exceptuando la de los granos y oleaginosas suplican por un dólar a 5,50. Pero mientras la soja siga a precios récord, y las retenciones para financiar el gasto y las inversiones del Estado argentino, sus voces no serán escuchadas.

Chile además de devaluar la moneda tiene acuerdos comerciales con todo el mundo y esto hace más competitivos sus productos en muchos mercados. Desde hace años San Juan exporta a Chile pasas, aceitunas y mosto de uva para ser rexportados a terceros mercados gracias a estos acuerdos porque los empresarios trasandinos no dan abasto.

Así las exportaciones de manufacturas de origen agropecuario en San Juan cayeron un 20% durante el año pasado en volúmenes. Problemas serios en el caso del vino, mosto o jugo de uva presentan la menor venta externa del orden del 24% y ni hablar del aceite de oliva y las aceitunas en el orden del 50%.

Con inflación en dólares en el mercado interno conviene dejar de exportar. Pero la inflación empobrece la población y por ende consume menos, cada vez más caro. Para pensarlo, ¿no?