Viejas batallas de grandes grupos samuráis, ritos, mitos y sobre todo mucha fuerza y poder económico rodea a esta importante mina de plata japonesa ubicada en la localidad de Ohda, en la prefectura de Shimane, en la isla de Honshu. Este yacimiento oriental fue una de las bases del desarrollo económico de esta nación, ya que la plata extraída era utilizada para acuñar las monedas que dieron un fuerte desarrollo al intercambio comercial en dicho país. Es por ello que fue objeto de grandes batallas entre distintos bandos que pretendían su dominio. Tan importante resulta esta mina para la historia japonesa, que en 2007 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).

Esta famosa y tradicional mina japonesa comenzó su explotación en el año 1526, en manos de un comerciante japonés llamado Kamiya Jutei. El yacimiento llegó a producir 38 toneladas de plata por año bajo el mando de este japonés mercante. Actualmente esta cifra parece irrelevante en comparación con las monstruosas producciones mineras, sin embargo, al inicio del siglo XVIII, representaba un tercio de la producción mundial.

La plata extraída de la mina Iwami Ginzan era utilizada para producir monedas, esto implicó que este reconocido yacimiento se convirtiera en una de las aristas fundamentales de la economía de esta gran isla oriental. La cual posteriormente llevaría a Japón a convertirse en una de las grandes potencias mundiales del siglo XX.

La propiedad de esta excavación de plata estuvo bastante disputa por los “señores de la guerra” .Término que sirve para hacer referencia a una persona que posee con poder de facto el control militar de un área subnacional, gracias a un grupo de fuerzas armadas leales al señor de la guerra, y no a la autoridad central. Esto implicó la lucha constante entre grandes grupos por la soberanía de la zona donde se encuentra emplazada la mina.

Constantes batallas entre ejércitos samuráis eran libradas con el afán de volverse fundamentales para el mercado interno de Japón.

Esta situación permaneció hasta que el “Shogunato” Tokugawa, ganó su control en 1600, como resultado de una de las peleas más grandes de la historia japonesa, la batalla de Sekigahara.

Este importante enfrentamiento por el control de la zona donde se encuentra emplazada la mina tuvo lugar en la provincia de Mino.

La batalla contó con una fuerza de 88.888 soldados del bloque oriental y 81.890 soldados del bloque occidental. La cruzada duró entre las 8 AM y las 5 PM de aquél día. Durante la lucha sucumbieron aproximadamente la mitad de las fuerzas del bando occidental. Tanta magnitud tuvo este enfrentamiento que como consecuencia desaparecieron 87 clanes y otros cuatro se vieron significativamente reducidos. La batalla de Sekigahara proporcionó la ganancia de 7.572 millones de koku (un koku equivalía 180 litros de arroz, y se usaba como referencia monetaria) a favor del bloque oriental. También produjo el cese de las aspiraciones del resto de los grupos insurgentes hacia el bloque que se alzó con el poder.

Después de la gran batalla la mina fue rodeada con barreras construidas con pinos. En el medio del complejo cercado posteriormente se construyó un castillo llamado Yamabuki. La extracción de mineral decayó finalmente en el siglo XIX acabando por cesar la explotación de la tradicional mina en ese siglo.