Por un lado, cuadros con figuras geométricas, angulosas, casi robóticas, interactuando entre sí o ensimismadas. En una permanente actitud de reclamo. Por el otro, máscaras con un indudable sello andino pero con el quiebre de una parte destruida y arquitecturas torcidas como seña de crítica. Todas estas pinturas conviven en Transformaciones, la muestra que es el producto de los trabajos artísticos de los últimos años cinco del arquitecto Mario Pra Baldi y la que puede verse en el Museo Tornambé (Avenida Libertador 1666 oeste) hasta el próximo sábado 6 de noviembre.
En realidad son dos muestras en una misma: una parte -la de las máscaras- estuvo exhibida hasta hace poco en el edificio del Rectorado, la otra -la de las figuras geométricas- siempre fueron expuestas en el museo de la UNSJ. Ahora, ambas comparten las mismas paredes.
Pra Baldi es italiano y con 20 años desembarcó en la Argentina, tratando de evadir el servicio militar y las desventuras europeas. Eligió a San Juan para continuar con los estudios de ingeniería que había comenzado en Padua, pero aquí optó por Arquitectura, se recibió y encontró trabajo. De hecho, fue parte de la construcción del Auditorio, hasta que molesto por "algunos desencuentros”, como él mismo cuenta, se fue a Buenos Aires. Al cabo de 13 años, volvió a la provincia para no irse nunca más.
En este tiempo fue director del Museo Tornambé, docente y ahora, ya jubilado, se dedica con más tiempo y empeño a la actividad artística. Así, el arquitecto Pra Baldi ha mostrado sus obras no sólo en el país sino que las ha llevado por Quebec (Canadá), Nueva York (Estados Unidos), Viña del Mar (Chile) y Francia, entre otros puntos del planeta.
"Estas pinturas son una especie de reacción frente a lo que sucede en la sociedad. Pero no me circunscribo sólo a lo que pasa alrededor de uno ni en el país, sino en el mundo entero. Todos estamos afectados como sociedad por una transformación negativa, por un mecanismo que deja fuera a todo sentimiento, estamos robotizados y con una dependencia exagerada de la tecnología. Todo eso nos va destruyendo como sociedad y nos hace perder el objetivo. Hay una crítica social muy fuerte y llena de ironías”, argumenta el artista que como profesional conocedor de la arquitectura se permite cuestionarla y que apela a la expresión del color y el dibujo para dejar traslucir parte de su desencanto.

