
Es doctora en ingeniería electrónica de la Universidad de Stanford y trabajó en el instituto de investigación SRI International (conocido tiempo atrás, por sus siglas en español, como el Instituto de Investigación de Stanford). Allí, investigó sobre procesamiento de habla y pronunciation scoring, es decir, la tarea de generar puntajes para medir la calidad de pronunciación.
En 2014, ya en la Argentina, Luciana Ferrer continuó trabajando en el tema y escribió un PICT. Es un Proyecto de Investigación Científica y Tecnológica, financiado por el Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica (FonCyT).
Cuatro años después, esa investigación sentó las bases de un proyecto que acaba de ser distinguido por Google, en el marco de LARA 2018 (Latin America Research Awards) en Belo Horizonte, Brasil. Son los premios a la investigación científica entregados por el gigante tecnológico.
Ferrer desarrollará, junto a su equipo académico, un tutor virtual (algo así como un maestro) para la práctica de pronunciación en inglés, destinado a argentinos. A través de la tecnología de machine learning (aprendizaje de máquina), el sistema podrá detectar problemas de pronunciación en ese idioma.
La recopilación de datos, clave
De los 300 proyectos recibidos, LARA premió a 26 investigaciones. Cada una de éstas se compone de una dupla de académicos. El premio es el financiamiento del proyecto por un año, entregando USD750 por mes a la facultad, y USD1.200 a cada estudiante de doctorado.
En este caso, la dupla de Ferrer la completa la lingüista Jazmín Vidal Domínguez. Está cursando su doctorado en Ciencias de la Computación en 1CC (Instituto de Ciencias de la Computación) de la facultad de Exactas de la Universidad de Buenos Aires.
¿Cómo funcionará?
La web app que funciona hoy para recolectar los datos, servirá en el futuro para grabar el audio en inglés de un usuario, procesar esa información en el sistema y brindar un feedback de la pronunciación. "Falta el machine learning, el sistema que predice qué fonema fue bien dicho y cuál no", dice Ferrer.
La solución, tal como indicó en su presentación la investigadora, está dirigida, esencialmente, a alumnos de escuelas públicas, donde la carga horaria de aprendizaje del idioma inglés es escueta, aunque existen excepciones, según Ferrer.Cita, por ejemplo, al Instituto de Enseñanza Superior Lenguas Vivas.
