Las automotrices que expusieron sus autos en la última edición del Tokio Motor Show, una de las ferias de autos más importantes de Asia, llenaron de contenido el eslogan de la muestra. "Más allá del motor", se leía como consigna del evento. Y así fue: todo fue mucho más allá del ruido de las máquinas.
 

Aquellas especificaciones sobre potencia, velocidad final o aceleración parecen haber quedado para los libros de fanáticos de las cuatro ruedas. Ahora se habla de emisión de gases, de autos inteligentes, de electricidad, de manejo asistido o de tecnologías alternativas a la combustión, como las híbridas. La industria automotriz, la madre de todas las industrias, aquella que de la mano de Henry Ford creó hace más de 100 años la producción en cadena, es un ícono global que está en medio de un camino que lleva a abandonar definitivamente los paradigmas bajo los cuales se creó el automóvil.
 

Y más allá de que en la Argentina aún se usa casi con exclusividad el motor a combustión, las cabezas que piensan el plan maestro global para los autos del mañana parecen haber inclinado la balanza de la movilidad del futuro. En las usinas de ideas para los vehículos que vienen se oye una palabra con más fuerza que otras: hidrógeno.
 

No es para menos. Si esta tecnología se impone, el combustible del futuro tendrá como materia prima el agua; como insumo, la electricidad y, como emisión, vapor de agua (algo similar a una pava con agua hirviendo).
 

Las conversaciones pasan por ese lado. Toyota, la firma que es líder mundial de la industria tras sacarle el trono al gigante norteamericano General Motors, y que es dueña del 60% del mercado en Japón, exhibió en su stand varios modelos. Ninguno impulsado solamente a combustión. Hasta un vehículo superdeportivo -negro, opaco, descapotable, de esos que cualquier argentino fierrero quisiera tener- exhibía un motor con una combinación de la tecnología tradicional con la ecológica. El resto de los autos mostrados eran eléctricos, híbridos o a hidrógeno.