Los tiempos de cambio para Hugo Vergara llegaron en diciembre del 91. La dificultad para conseguir trabajo y la buena experiencia de unos familiares en Tierra del Fuego lo llevaron a tomar la decisión. Era el momento de partir en busca de nuevos horizontes.
Por eso, tomó a su novia y le comunicó sus ganas de encontrar nuevos rumbos. Ella no lo dudó. Sin embargo, antes de emigrar (y para que las familias les permitieran hacerlo) debían cumplir con la tradición: "Silvia me contestó que sí, pero que en su casa no la dejarían irse soltera (cómo cambiaron las épocas, jaja!). Entonces decidimos casarnos casi al instante e irnos. En una semana preparamos todo y en enero nos casamos y cuatro días después viajamos a Ushuaia. Era todo una aventura", relata Hugo con el recuerdo fresco pese al paso de los años.
"Nuestra llegada a Ushuaia fue extraña. En el recorrido a casa tuvimos nuestra primera decepción ya que apenas salimos de la zona céntrica (que por esa época eran unas cuadras no más), comenzamos a ver todas casitas de madera, pero a un costado el cero kilómetro. Todo fue hasta que entendimos que era porque la gente venía al sur, trabajaba unos años y se iban de vuelta a sus pagos con unos buenos pesos y un auto nuevo, ahora ya no es así", prosigue.
El trabajo llegó rápido y el primogénito también. "En 1993 nació nuestro primer hijo: Lucas Martín y después de doce años, en 2005, nació nuestro segundo hijo, Lucio Facundo, de los cuales como todo padre estamos orgullosos".
Antes de despedirse, Hugo reflexiona. "Estamos tranquilos, con una vida estable económicamente, pero uno pone en la balanza si vale la pena no disfrutar a los viejos. Además mis hijos no tienen ese vínculo de cariño con sus abuelos o tíos, pero bueno es la vida que elegimos", dice con un dejo de melancolía y con la esperanza intacta de regresar algún día.

