El otoño como el invierno son estaciones propicias para que el asma ataque con más fuerza, en especial si se trata de los niños. Por esa razón es conveniente reconocer los síntomas para prevenir que la vida de la persona afectada corra peligro.

Si bien es cierto que a casi un mes de iniciado el otoño las temperaturas veraniegas siguen vigentes, no es menos cierto que se esperan descensos en las marcas térmicas. Es entonces cuando los niños suelen ser más propensos a sufrir enfermedades respiratorias. Pero hay que tener cuidado con este tipo de afecciones porque aquello que puede ser un simple resfrío, puede llegar a tratarse de algo más serio como el asma.

Es importante conocer y reconocer los síntomas de la enfermedad, para así tomar las medidas correctas cuando sea necesario.

El asma es una inflamación crónica de las vías respiratorias que conducen a los pulmones. Se produce por alergia, infecciones respiratorias de virus e irritantes transportados por el aire incluso por algunos factores genéticos.

Los resuellos (respiración violenta) que caracterizan el asma pueden pasar inadvertidos a menudo. La opresión de pecho, el toser después de correr o llorar y tos durante la noche son otros síntomas a tener en cuenta. Los bebés suelen tener tos ruidosa, respiración rápida, resfríos de pecho excesivos y quizá estén irritados al sentir opresión en el tórax.

A cualquier niño que tosa con frecuencia o que tenga infecciones respiratorias como pulmonía o bronquitis, lo debe evaluar una especialista.

Los padres deben describir el modelo de los síntomas y los factores de la precipitación posibles, incluyendo si los episodios a menudo ocurren en la noche, si son más frecuentes durante la primavera o el otoño (estaciones comunes de la alergia), y si el ejercicio, una infección respiratoria o la exposición al aire frío alguna vez ha desencadenado un ataque. El médico debe estar informado sobre cualquier miembro de la familia que tenga unos antecedentes de trastornos alérgicos, como el eczema, urticaria o la rinitis (inflamación de los pasajes nasales).

Precauciones

Se puede mejorar considerablemente la condición de un niño pequeño en riesgo por esta enfermedad. Para eso, es recomendable quitar de la casa cualquier cosa que cause alergia, como polvo, mohos, animales domésticos o polen de las plantas. No hay que permitir que se fume en casa.

Si no se tiene aire acondicionado, considerar la posibilidad de invertir en un purificador de aire de eficiencia alta para la habitación del pequeño y no levantar polvo al barrer. Usar toallas que atraen electromagnéticamente el polvo y otras partículas transportadas por el aire, como Swiffer, que está disponible en la sección de limpieza en las tiendas. Incluso las cucarachas pueden causar alergias que producen asma. Para reducir al mínimo la exposición, no hay que dejar comida ni migas por la casa, lavar bien las botellas y latas antes de reciclarlas.

El asma puede afectar de manera permanente a los niños y hasta ser fatal, así que es importante consultar con el médico de cabecera del menor para diseñar un buen plan para controlar la enfermedad. No intentar tratar al niño con medicinas sin recetas.

(Fuente: www.elaviso.com y geosalud.com).