La ciencia siempre mejora a la humanidad en diversos aspectos. Pero en este caso, han hecho algo mejor. Y todo gracias a científicas argentinas. Ahora, un grupo de investigadoras de distintos laboratorios del Centro de Investigación y Desarrollo en Criotecnología de Alimentos de la Universidad Nacional de La Plata (CIDCA/UNLP), parte del CONICET y en asociación a la Comisión de Investigaciones Científicas de la provincia de Buenos Aires (CIC), elaboraron galletitas y bizcochos de trigo más saludables y proteícas.

Los productos fueron creados en base de harina de tomate, legumbres y semillas. Este descubrimiento es un avance fundamental en medio de la implementación de Ley de Promoción de la Alimentación Saludable, más conocida como ley de etiquetado frontal, en la que se incluye octógonos negros con advertencias en los paquetes.

Las galletitas y los bizcochos son dos de los productos más consumidos en el país. Según el Código Alimentario Argentino (CAA) se los define como “numerosos productos a los que se les da formas variadas antes del horneado de una masa elaborada a base de harina de trigo u otras o sus mezclas, a la que se le pueden adicionar distintos ingredientes como leche, almidón o féculas, endulzantes, jugos vegetales, frutas y substancias grasas”.

Por eso, las investigadoras entendieron que tenían una gran idea entre manos. En el estudio participó la PyME de La Plata llamada Don Campostrini, una empresa familiar que fue fundada en 1989 y cuya principal actividad es los productos de panadería y confitería. Como también es una panificadora que llega a diferentes lugares de la provincia de Buenos Aires, se sumó su experiencia para la investigación.

En una entrevista, la coordinadora María Cecilia Puppo explicó: “Nosotros hacemos pruebas en el laboratorio y en la fábrica tienen otro laboratorio donde producen a mediana escala y después lo trasladan a la industrial”. Ella es parte de los productos horneados del CIDCA, que lidera este proyecto en el que hay diferentes especialistas como los del grupo de secado (que también cuenta con una planta de fabricación, que este año fue certificada y elabora guisos que son distribuidos en comedores e instituciones públicas), los de horneado, los de cereales, los de chía y también los de amaranto.

En tanto, Jorge Campostrini, dueño de la panificadora, dijo: “Hay muchas cosas que intervienen en el proceso de elaboración de una galletita o de un bizcocho, como lograr una masa amigable, que sea estirable, que se pueda cortar, hornear y que tenga la crocantez que uno quiere, un sabor agradable y un sinfín de condiciones que uno quiere lograr”.

El principal objetivo del trabajo conjunto es que quien esté comiendo estas galletitas no solo no se esté generando daño, sino que además esté comiendo algo que le esté haciendo bien. “Esa es la consigna, en eso estamos trabajando y estamos muy encaminados: hemos hecho varias pruebas y estamos bastante satisfechos, porque uno de los requisitos es que además de tener cosas saludables sea rica, porque si la galletita es un remedio no la va a comer nadie”, finalizó Campostrini.