Hace no muchos años el primer contacto era personal. En la calle, en el trabajo, a bordo de un transporte, en bares o lugares de estudio, casi todas las parejas se conocían de un modo muy diferente al actual. Podría decirse que de forma mucho más cercana y pausada. Sin embargo, el estrés, la prisa, la falta de tiempo libre y la importancia que se da a la vida laboral cambió completamente el panorama de las relaciones personales.

“Las redes sociales se han convertido en un modo de enganche para relaciones de contacto, ya sea sexuales, amorosas o ambas. Sin embargo, en el primer momento interconexión de perfiles es puramente racional; se evalúan las características del otro, las fotos, las intenciones, resultando en la indiferencia, o un like para comenzar. Ya desde estas primeras idas y vueltas virtuales se van generando lazos de conexión cuya intensidad y profundidad dependerán de la intención de conocerse en persona y pasar a otra etapa con algo más de compromiso”, dijo Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.

Y de hecho, según un relevamiento realizado por la app BlindLove, al principio conocer a alguien en el mundo virtual resultaba peligroso, pero con los avances de la tecnología, que permite ver con cámara a la otra persona y tomando ciertos recaudos antes de concretar la cita, cada vez son más las personas que se animan a conocer gente desde alguna app o plataforma.

Así como se conforman las parejas mediante las diferentes plataformas, las mismas se disuelven a través de ellas. Pero, ¿qué sucede con aquellos que han desaparecido por algún motivo y no se animan a tomar el “primer paso” para retomar el contacto? Es decir, las personas que desean figurar en las redes sociales del otro sin realizar ningún tipo de contacto directo. A este grupo se los denomina los “orbiters”.

“Si el ghosting es una forma de desaparecer de la vida del otro sin dejar rastro, así, súbitamente, como si se hubiera esfumado sin previo aviso, dejando al otro con miles de preguntas además de la angustia que provoca, el orbiting es más provocador: ‘No estoy con vos pero sigo orbitando en tu vida’. La persona dejada sigue recibiendo likes o sabe que es espiada indirectamente por el otro que abandonó el contacto. Por supuesto que la angustia y la bronca será mayor para quien sigue recibiendo señales de la presencia del, o de la ex. Y es que existen personas que no soportan no saber qué hace el otro, dan por terminado el vinculo pero no soportan la libertad que tiene el otro para rehacer su vida, creen que son de su posesión”, enfatizó el especialista

La práctica de “orbitar”, corresponde a aquella persona persona que decidió cortar con todo tipo de relación pero que se mantendrá en las “sombras” viendo todas las historias en Instagram y Snapchat, retwitteando posteos y hasta dejando algún que otro comentario en las publicaciones.

Los orbiters son conocidos por ser manipuladores, y este tipo de comportamiento puede ser muy debilitante para quien es objeto de éste. Para dar un ejemplo, un orbitador puede ignorar las llamadas telefónicas, pero estar presente en las redes. Son, en esencia, juegos mentales. La clave está en no dejarlos ganar.

Cómo es la dinámica

 

El orbiting va un paso más allá del ghosting: la persona corta toda comunicación pero sigue las cuentas de aquella otra a la que dejó de hablarle o responderle los mensajes, y retwittea sus publicaciones, le suma “me gusta” o comenta sus fotos.

Orbitar a alguien, mantenerse en su órbita, dar vueltas a su alrededor es un clásico de la manipulación psicológica: la confusión. Si una persona desapareció de la vida física de alguien y se niega a cualquier forma de contacto iniciado por ese otro, le da un mensaje contradictorio al mostrar que la observa en Snapchat, Instagram, Facebook o Twitter.

La creadora del término, Anna Lovine, explicó en Man Repeller que el orbiting “te mantiene lo suficientemente cerca como para que ambos se puedan observar y lo suficientemente lejos para nunca tener que hablar”.

“Lograr que una relación se sostenga en el tiempo con la cantidad de información que se visibiliza en las redes es todo un desafío. Los likes de una o de un ex, las fotos con amigos o personas desconocidas, el horario del último mensaje que no coincide con lo relatado, en fin, infinidad de situaciones que indican que los miedos, los celos, la desconfianza, someten a cualquier persona dispuesta al amor”, concluyó Ghedin.