Después del sobrepeso, las arrugas faciales son la segunda cuestión estética que preocupa a las personas de entre 31 y 45 años. La buena noticia es que la solución puede ser sencilla ya que comiendo más frutas se puede mejorar este signo de envejecimiento. Esto fue descubierto por investigadores de la Monash University de Australia al estudiar la forma de alimentarse de personas de 70 años o más. Del estudio resultó que quienes comían más frutas y pescados tenían la piel más firme.

Las personas que tienen una gran producción de antioxidantes en la piel parecen más jóvenes, por eso es importante saber qué frutas los contienen en mayor proporción. Además, todas las frutas tienen alto contenido de agua, lo que favorece la hidratación de la piel.

Las frutas de color amarillo y anaranjado, contienen buenas dosis de los precursores de la vitamina A (de betacaroteno). Esta es una vitamina necesaria para la formación de los tejidos de la piel y ayuda a enlentecer la acción de los radicales libres, por eso es un antídoto contra el envejecimiento cutáneo.

Ciruela morada: contiene gran cantidad de antioxidantes, beta carotenos y antocianinas del grupo de los bioflavonoides, que ayudan a detener el proceso de envejecimiento.

Limón: por su aporte de vitamina C, betacaroteno y limonene que son antioxidantes, refuerza el sistema inmunológico y mejora el estado general de la piel. La naranja tiene componentes muy parecidos.

Frutos del bosque: el pigmento responsable del color de estos frutos (la antocianina), tiene gran poder antioxidante. Esto ayuda a evitar que las células envejezcan en forma prematura. Además, son ricos en vitamina C y betacaroteno. Protegen la piel de los factores ambientales que la agreden (sol, tabaco y polución, entre otros).

Sandía: contiene carotenoides como el licopeno, además gran cantidad de agua lo que la convierte en aliada de la piel.

Manzana: contiene flavonoides, que es un gran antiage.

Melón: aporta betacaroteno, vitamina C y gran cantidad de agua. Actúa contra el envejecimiento, favorece la reparación y el estado general de la piel.

Kiwi: es rico en vitamina C (más que la naranja o el limón), contiene betacaroteno y otras sustancias antioxidantes. La vitamina C es esencial para la producción de colágeno, que es el mayor componente proteico del tejido conectivo del organismo.

Uva morada y verde: contienen pigmentos que ayudan a combatir los radicales libres (antocianinas y carotenoides).

Banana: para mantener una piel luminosa. Es rica en zinc, un microelemento antioxidante que mejora la renovación de las células cutáneas y que además tonifica la piel.

No es lo mismo comerse una fruta que contiene vitamina C, que usar una crema con compuestos cítricos, ya que la vitamina C incorporada por la fruta se absorbe por vía digestiva con facilidad; en cambio las cremas que la contienen no siempre están bien vehiculizadas, y esto dificulta que lleguen a destino a través de la piel.

Consumir frutos secos también es recomendable para la belleza de la piel. Una ración diaria, pequeña, es suficiente ya que aportan muchas calorías. Son ricos en vitamina E, al igual que las frambuesas. Las almendras, nueces o pistachos, junto a las frutas, reducen la oxidación celular (el envejecimiento de la piel). Las nueces y las avellanas son ricas en cobre, que actúa como antinflamatorio, mejorando trastornos cutáneos, además intervienen en la síntesis de la elastina.

Una buena hidratación es otro de los pilares para que la piel luzca joven y brillante, por eso se debe tomar por lo menos 2 litros de agua diarios.