Está probado que la música es una compañera ideal para muchos momentos de la vida:cuando estamos felices y de fiesta, a la hora de relajarnos o lograr un buen descanso, y también cuando estamos tristes.

Ahora, así como elegimos canciones alegres para nuestros instantes de felicidad, también solemos inclinarnos por los temas melancólicos cuando nos invade la tristeza.

A diferencia de lo que algunos puedan suponer que la música triste pude sumirnos más aún en la depresión, la ciencia explica por qué en realidad sucede todo lo contrario.

La música es un liberador natural de sentimientos y, además, sirve para canalizar las emociones. Por eso, cuando nos sentimos profundamente abatidos, nuestro cerebro busca instintivamente canciones que plasmen las mismas sensaciones que estamos experimentando.

Según el investigador Tuomas Eerola, Profesor de Cognición Musical en la Universidad de Durham, Reino Unido, escuchamos ese tipo de música a fin de realizar un ejercicio introspectivo que nos ayude a determinar cómo nos sentimos y, de esta forma, encontrar inconscientemente las pautas y herramientas para sobreponernos al dolor.

Aunque, el experto explica que este recurso funciona únicamente con las personas empáticas, aquellas capaces de ponerse en el lugar del otro, porque son capaces de conectarse con los sentimientos plasmados en las letras y argumentos de esas canciones. Así, encuentran el refugio en otra historia triste, melancólica, para sobreponerse a la suya.

A diferencia de las personas poco empáticas, quienes suelen huir de las canciones tristes porque únicamente les conducen a seguir regodeándose en su pena, pero sin proveerles de los recursos necesarios para superarla.

Otro estudio, publicado en la revista Scientific Reports, vincula las listas de canciones tristes con el acto liberador y catártico de llorar. Los expertos Kazuma Mori y Makoto Iwanaga, autores de este análisis, confirmaron que el hecho de canalizar el malestar a través del llanto si bien genera sensaciones de tristeza, luego provoca placer y, finalmente, calma, da ánimo y ayuda a dar vuelta la página.