Es cierto que no se puede generalizar, ni tampoco decir que las personas pueden o deben manejar un vehículo hasta determinada edad porque todo depende de cada persona. Pero sí es una realidad que el acto de manejar requiere de concentración y que a mayor edad, las respuestas del cuerpo son más lentas.

Un conductor promedio toma alrededor de 15 decisiones por kilómetro recorrido en una carretera y tiene menos de medio segundo para actuar con base en cada una, algo que se complica con el paso del tiempo.

La vista es el sentido más importante para conducir. Entre el 85 y 90 por ciento de la información necesaria para llevar a cabo este acto, entra por los ojos y si se toma en cuenta que la cantidad de luz que entra a un ojo humano se reduce a la mitad cada 13 años, entonces significa que una persona de 40 años necesita cuatro veces más luz para ver que alguien de 19 y una de 60, 10 veces más.

Entre otros problemas de la vista que se agudizan con la edad está la identificación de colores -en especial el rojo- que como se sabe sirve para las luces de freno de los autos o los semáforos. Además, la recuperación de la pupila por un destello de luz (como las luces de otros autos en sentido contrario) en una persona de 55 años toma ocho veces más que la de alguien de 16.

Y no sólo son los ojos, el cerebro también procesa la información a velocidades cada vez más lentas gracias a la pérdida natural de neuronas, lo que significa que aunque se esté recibiendo la cantidad adecuada de datos, el tiempo para procesarlos es mayor y la reacción por consecuencia, tardía.

No hay una edad específica en la que se recomiende dejar de manejar. Es común encontrar personas de más de 60 años que manejan perfectamente y que incluso podrían dar clases a cualquiera de entre 20 y 25 años, pero esos son casos excepcionales como también existen los de personas jóvenes cuyo nivel de distracción no les permite concentrarse lo suficiente como para evitar pequeños o grandes accidentes.

Sin embargo, existen cuatro signos que se deben monitorear ya sea personalmente o al subirse con una persona mayor que pueden ayudar a detectar el momento en que será prudente soltar las llaves y dárselas a alguien más.

El primer indicio es obviamente la falta de cuidado que ocasiona pequeños golpes al estacionarse, en la calle y también algunos golpes al circular y estos se pueden observar desde el asiento del copiloto.

La incapacidad de concentrarse también es algo que hay que tomar en cuenta ya que quienes no pueden mantenerla en el camino, casi siempre terminan teniendo accidentes.

El desgaste de la vista trae como consecuencia el no poder leer las señales del camino propiamente pero se puede evitar consultando a un oftalmólogo regularmente.

Otro factor importante es el sentido de la ubicación, aunque existen personas que no lo desarrollan plenamente a pesar de ser jóvenes, con la edad se deteriora y es común perderse en rutas familiares. Este es un punto muy importante a observar.

Es importante en estos casos consultar a un médico y también pensar qué tan necesario es manejar y si se puede solucionar de alguna otra forma para evitar riesgos.

El punto es tener conciencia de que existen cada vez más personas mayores al volante que representan en algunos o muchos casos un peligro para sí mismos y para los demás automovilistas.

Será responsabilidad personal y también de quienes lo rodean de evitar este tipo se situaciones, además de los entes oficiales que otorgan los permisos periódicos correspondientes.