Los romanos conocían las propiedades del ajo. Sobre todo la referida a proporcionar fuerza y resistencia para soportar mejor los trabajos duros. Otros pueblos lo utilizaron tanto con fines medicinales como culinarios. En la península ibérica, por ejemplo, las comidas no se concebían sin el ajo y ésta es una costumbre que se mantiene hasta hoy. En Argentina, donde la inmigración española fue muy grande, la tradición de cocinar con él se mantiene.
El ajo contiene vitamina C y además silicio y yodo. Su abundante contenido de fósforo y azufre, lo hacen un remedio muy eficaz como sedante para los nervios.
Trucos para el ajo
* Para no repetirlo hay que quitarle el corazón (el germen verde que se ve al partirlos al medio).
* Para pelarlos con facilidad hay que aplastar los dientes con la palma de la mano o con el plano de un cuchillo hasta oir un crujido. Luego hacer un pequeño corte en la piel y el diente saldrá limpio.
* Para evitar el aliento a ajo hay que masticar un ramito de perejil crudo o un grano de café. Evitar beber vino blanco cuando se consume ajos, porque refuerza su aroma.
* Si se usan ajos para aromatizar salsas hay que colocarlos enteros para así poder retirarlos con facilidad.
* Para aromatizar ensaladas sin comer ajo, frotar la ensaladera con un diente pelado.
* Las cabezas de ajo se conservan bien colgadas en lugares frescos. Los dientes de ajo ya empezados se deben guardar en un recipiente con tapa hermética.
* Para combatir el olor que queda en las manos luego de cocinar con ajo, se deben humedecer los dedos y frotarlo con café molido.
