La dermatitis seborreica es una afección común y recurrente causada por una inflamación de las glándulas de la piel. Pueden sufrirla personas de cualquier edad, desde bebés, hasta ancianos. En los bebés se denomina habitualmente "dermatitis del pañal".

Se caracteriza por la aparición de escamas que pueden ser secas, húmedas o grasosas y de placas costrosas de color amarillento o rosado, que aumentan y disminuyen de tamaño. Estas placas producen prurito y enrojecimiento en la zona.

La dermatitis tiene períodos inactivos extensos seguidos de nuevos brotes. Puede controlarse mediante un tratamiento regular.

Esta enfermedad suele afectar la piel del cráneo, los párpados, el surco naso labial, los labios, las axilas, las pestañas, los pliegues submamarios (bajo el busto), el ombligo, las ingles y el pliegue interglúteo. También las orejas y la zona esternal (sobre el esternón).

Las causas de su existencia son desconocidas, pero los factores que inciden en su aparición y desarrollo son:

-Antecedentes familiares.

-Presencia del hongo de la caspa o de algunas bacterias.

-Estrés.

-Climas extremos.

-Piel grasosa o acné.

-Limpieza inadecuada.

-Obesidad.

-Abuso en la aplicación de lociones que contienen alcohol.

-Algunas enfermedades neurológicas o auto inmunes (como el HIV).

-Consumo de ciertas drogas farmacológicas.

La dermatitis seborreica no es una enfermedad contagiosa ni tiene características alérgicas.

En ocasiones puede producir picazón. En este caso hay que tener precauciones al rascarse, ya que si se hace violentamente se puede causar una inflamación adicional y las lesiones pueden infectarse o lastimarse.

Durante la época otoñal e invernal suele empeorar el cuadro, debido a que las glándulas aumentan su producción de secreciones sebáceas para proteger la piel del frío.

El mejor tratamiento consiste en limpiar las áreas afectadas con productos tópicos que contengan óxido de zinc, quetoconazol, azufre, coaltar y sulfuro de selenio. Hay que procurar no abusar en la colocación de estas drogas porque pueden provocar un efecto rebote o resecar demasiado la piel.

Un buen recurso es emplear, a modo de jabón líquido, champúes con estos fármacos, para lavar tanto el cabello como las lesiones.

Esto último debe hacerse una vez por día, preferentemente antes de acostarse.

Durante el resto del día higienizar sólo con agua y jabones neutros.

Fuente: ((FamilyDoctor.org))