La llamada "tercera edad" comienza alrededor de los 60-65 años, y en ella se producen cambios físicos debido al desgaste propio de las células; cambios materiales por la pérdida del poder adquisitivo con motivo de una disminución de ingresos; cambios emocionales producidos por la pérdida de seres queridos, etc. La capacidad de adaptación a estos cambios requiere mucho de voluntad y la incorporación de ciertas prácticas cotidianas que tal vez en etapas anteriores de la vida pasaban a un segundo plano. Una de ellas consiste en redimensionar la importancia de la actividad física para posibilitar una vida saludable desde todo punto de vista, pero sobre todo para ayudar al funcionamiento del organismo en cuestiones tales como los riesgos coronarios y la presión arterial.

Alimentarse de manera adecuada es la primera condición para resguardar la salud, en ésta y las demás etapas de la vida. Tanto la mala nutrición como la obesidad causan periódicamente la muerte de muchas personas de distintas edades.

Mantenerse en movimiento es la segunda norma a tener en cuenta. El excesivo reposo puede debilitar los músculos y hacer más lenta la circulación sanguínea. No es necesario acudir a un gimnasio para realizar una actividad física adecuada: una caminata diaria de al menos 40 minutos ayuda notablemente a controlar la presión arterial y los problemas de corazón. Los paseos en bicicleta, la natación, las actividades en el jardín, etc., son buenas opciones para resguardar la salud cardiovascular.

Con el envejecimiento, las venas y arterias se vuelven más sensibles y más predispuestas a ciertas enfermedades, por lo que las alteraciones vasculares son frecuentes en la vejez.

Las arterias son los vasos que llevan la sangre desde el corazón a las demás partes del cuerpo: son grandes distribuidoras de sangre que irrigan a nuestro organismo. En tanto, las venas son los vasos que conducen la sangre desde todas las partes del cuerpo hacia el corazón, constituyendo una red colectora.

El envejecimiento de venas y arterias se caracteriza por el engrosamiento de los vasos. Se producen alteraciones en las capas interiores de los mismos, lo que provoca el endurecimiento y causa la disminución de la luz interior que las arterias necesitan para permitir una buena circulación sanguínea. Esto produce un aumento de la tensión sanguínea que, cuando se manifiesta en forma persistente, recibe el nombre de hipertensión arterial.

La hipertensión es un factor de riesgo muy importante en todo tipo de enfermedades cardiovasculares, incluyendo el accidente cardio y cerebrovascular.

Ejercicios aeróbicos

Es importante que los adultos mayores realicen un programa de entrenamiento apropiado a su condición corporal y edad. La actividad física es importante durante toda la vida, y sus beneficios son innumerables. Control del peso, flexibilidad articular, tonicidad muscular, combate al estrés, son algunos de ellos. Pero la resistencia cardiovascular es quizá una de las ventajas más importantes del entrenamiento.

Las actividades aeróbicas ayudan a quemar grasas y controlar el peso. Eso es lo que busca la mayoría de la gente que va a los gimnasios. Pero no es lo más relevante para las personas de cierta edad, que necesitan acondicionar su cuerpo para transitar una tercera y cuarta edades con la mayor calidad de vida posible. Lo verdaderamente importante está en el trabajo cardiovascular. La realización regular de ejercicios aeróbicos ayuda a mantener la presión arterial en niveles normales y a reducir el riesgo de enfermedades del corazón.

Para los adultos mayores es necesario tener en cuenta que mantener o desarrollar un buen estado físico ayuda a una mejor calidad de vida.

(Fuente: Latinsalud.com).