"Una gran maestra", así define su familia a Antonia Palenzuela de López, quien el 6 de septiembre cumplió 102 años y puede vanagloriarse de que ha vivido como quiso. Acompañada de uno de sus tres hijos, su nuera, nieta, sobrina y bisnietos, Antonia degustaba una masita dulce mientras los suyos hablaban maravillas de ella con la idea de describirla; pero todos coincidieron en que los adjetivos se les agotaban a medida que relataban todo lo que ha hecho y los recuerdos que está dejando.

La historia de Antonia comienza en Gijón y Valladolid, España. De allí son sus padres, quienes salieron de su patria y se embarcaron para tener un futuro mejor. Ambos llegaron a Córdoba y formaron una familia. Tuvieron a Antonia en 1921 y a Mariano Palenzuela a los pocos años. Pero las páginas de Antonia no iban a continuar escribiéndose en tierras cordobesas, ya que en la década del ’40 conoció al sanjuanino Manuel López Rivera y se despidió de sus raíces.

Manuel nació en 1913 y se fue a Córdoba para estudiar odontología. En el desarrollo de sus estudios conoció a Antonia y pese a que los padres de ella no lo veían con buenos ojos, se la jugó por amor: viajó con Manuel a San Juan y juntos se radicaron en Angaco para iniciar la historia de su familia. El angaquero, que recientemente se había recibido, se desempeñó como odontólogo cuando "eran épocas en las que sacaba muelas a cambio de gallinas", destacó su nuera María Alicia Galán, quien relató la historia con detalles, debido a que la ha repasado una y otra vez, cuando hijos, nietos y bisnietos de Antonia preguntaban sobre sus orígenes.

Antonia se casó con Manuel en 1937 y tuvo tres hijos Andrés (76), Fernando (73) y Graciela (68). Si bien nunca desarrolló un oficio de manera profesional, sus familiares destacan la habilidad para las artes y manualidades que tiene. "Tallaba madera y pintaba cuadros. Dio catequesis e inglés en la iglesia de Angaco y no hay nieto o bisnieto que no haya sido bautizado con un vestido hecho con sus manos. Es amante del tejido, muchas veces llegaba de viaje, alrededor de las 2 de la madrugada y la encontraba tejiendo a esa hora", dijo Alicia.

Cuadro pintado por Antonia y exhibido en el comedor de su casa.
 

Una de sus bisnietas, Agostina Millán, aseguró que aprendió a tejer con ella y que le encanta escuchar sus historias. "Me contó que se la jugó por amor porque sus papás no aceptaban a su novio, pero igual se vino a San Juan", expresó. También dijo que siempre se ha destacado por unir a la familia y hacer chistes por todo. "Cuando le preguntaron cómo hizo para llegar a los 100 años, lanzó un chiste de que el secreto era enviudar joven pero inmediatamente dijo con seriedad que había que viajar mucho; conocer lugares", destacó. Su marido falleció en el 76 y fue uno de los golpes más duros que le tocó protagonizar.

Antonia siempre le gustó el deporte. Mira mucho fútbol en la tele, es hincha de Talleres por su terruño y de River Plate. Durante su juventud siempre fue atlética y si bien le tocó atravesar momentos difíciles de la historia del mundo y del país, ella supo superarlos. Por ejemplo, cuando tuvo que aislarse por la pandemia del coronavirus. Sus familiares indicaron que estaba en Angaco y antes que se desatara el Covid-19, su hija Graciela y su marido habían regresado de Venezuela y pese a que ellos se contagiaron, Antonia no tuvo el virus.

Pero algo que recuerda con tristeza, es que durante el terremoto del ’44, una de sus cuñadas fallece en el derrumbe de su casa y los hijos de ella quedaron huérfanos. "Antonia se hizo cargo de los niños y actualmente, uno de ellos vive en Mendoza. Siempre tuvo el alma de Reina Madre, resaltaron.

Actualmente, vive en una residencia para adultos mayor, debido a las demandas que tiene a su edad y se entusiasma con las actividades que allí tiene. Está hace dos meses en el hogar, ubicado en Rivadavia, pero además de la visita de sus familiares, aguarda con alegría la asistencia de su kinesiólogo Daniel Gutiérrez, quien mantiene su cuerpo activo. "Una vez recorriendo caminos empinados, se aceleró y se cayó. Todos gritamos ‘la abuelaaa’ pero ella se levantó rápidamente, se sacudió las rodillas y siguió", ilustró Alicia sobre su estado físico.

Antonia tiene 7 nietos y 11 bisnietos en distintas partes del mundo como Inglaterra, Denver, Miami y Venezuela y eso la ha motivado a recorrer kilómetros para visitarlos y hacer turismo. Con una sonrisa que llena de vitalidad a quien la rodee, la abuela de 102 años recuerda un sinfín de anécdotas que ha cosechado al viajar mucho y aconseja permanentemente mantener una vida activa.