Una historia de tragedia, lucha, esperanza y nunca bajar los brazos. Gustavo nunca imaginó aparecer en la escena pública y menos después de los durísimos obstáculos que se le presentaron en la vida. Sin embargo, una mera publicación en Facebook hizo que su historia conmoviera a aquel que la haya leído y lo consolidó como un ejemplo de cómo se debe actuar ante la adversidad.

Gustavo perdió a su mujer Silvia hace apenas siete meses a causa de un accidente cerebrovascular (ACV). Con una madre con la que no se habla, sin padre, hermanos, cuñados ni suegros, tuvo que hacerse cargo de la crianza de su hijo Thiago, de apenas 2 años, y ahora sobrevive en el día a día ofreciendo el corte del césped de los frentes de las casas de la zona sur de Banfield, siempre con la compañía de su niño, que lo ayuda con una escoba y descansa en su cochecito.

Su historia se hizo conocida justo después de que una vecina la expusiera en su perfil de Facebook y el mismo posteo se viralizara por todas las redes sociales.

"Yo no sé por qué se me considera un ejemplo a seguir. Simplemente hice lo que haría cualquier padre en mi lugar: dejar todo por un hijo y hacer lo imposible para que no le faltara nada. La vida me dio muchos golpes en los últimos tiempos, las cosas no me estuvieron saliendo como esperaba y aún así hay que seguir mirando para adelante", dijo el protagonista.

Gustavo y Silvia eran una pareja de Banfield que se desvivían el uno por el otro. Ninguno de los dos tenía hermanos, ella no tenía padres y a él sólo le quedaba la madre, con quien prácticamente no tenía relación. Ambos llevaban una empresa familiar en la que ponían sobre la mesa su pasión: la cocina. Los dos preparaban comidas en su casa y les vendían sus productos a kioscos, almacenes, locales y colegios de la zona.

En marzo de 2014, Silvia quedó embarazada. Los dos tenían 44 años, por lo cual la edad sumado a la falta de familiares cercanos suponía un gran desafío: "Ninguno de los dos tenía familia, pero teníamos claro que un hijo era lo mejor que nos podía pasar. Estuvimos un año buscándolo. La noticia del embarazo fue un sueño", relató Gustavo.

A los cinco meses de gestación, se presentaron los primeros problemas y obstáculos para la vida de ambos. Silvia rompió bolsa y el pequeño Thiago tuvo que nacer prematuro con apenas 900 gramos de peso. Durante tres meses, estuvo internado en el servicio de neonatología del Hospital Durand, donde permaneció en compañía constante de sus padres y en el lugar en el que gestó un vínculo inquebrantable con Gustavo.

"Yo estaba todos los días pegado a él. El trabajo que hicieron en ese hospital fue enorme y por suerte salió todo bien. Hoy mi hijo está espléndido, no le quedó ni una secuela de su internación", describió el hombre.

Durante el período del chico en neonatología, varios clientes de la pareja se esfumaron, por lo que se tuvo que frenar el proyecto laboral personal y Gustavo debió empezar a trabajar en un restaurante de La Salada.

La vida de la familia parecía retomar su senda idílica hasta el 15 de julio del 2016, cuando la tragedia los golpeó sin aviso y sin pudor. Silvia sintió una fuerte puntada en la cabeza producida por un ACV que resultó ser fulminante. En apenas un instante, Gustavo se quedó viudo, solo y al cuidado de un chico de un año y siete meses que recién había perdido a su mamá.

"Ahí decidí renunciar a mi trabajo y dedicarme exclusivamente al cuidado de Thiago. El chico recién había perdido a su mamá y estaba completamente pegado a mí. No me podía separar de él", relató Gustavo.

Así, el hombre con sus 46 años se encargó de realizar trabajos parciales en gastronomía, mientras su hijo estaba en el jardín de infantes, para llegar a cubrir los gastos justos hasta fin de mes. Pero el dinero no alcanzaba. La ecuación no cerraba.

Silvia tuvo su hijo a los 44 años y falleció a causa de un ACV a los 46

En diciembre, Gustavo decidió apostar a algo con lo que nunca se había ganado la vida. Compró una bordadora de césped, "que pasó más tiempo en el service que en mi poder" y empezó a ofrecer el servicio de corte del pasto para los frentes y los jardines de las casas del sur de Banfield.

Su hijo lo acompañó día a día en su cochecito hasta se animó a ayudarlo con la escoba. "Empecé en el verano, pero al hacerlo con Thiago no puedo estar al aire libre con 40 grados de calor. Por eso, ofrecía el servicio a la mañana bien temprano y a la nochecita", aseguró el protagonista de la historia.

Una de las casas donde cortó el césped fue la de Pina Vaccaro, la vecina que pidió permiso y creyó conveniente la idea de contar la historia de Gustavo en las redes sociales. "Me preguntó si podía comentar mi historia en Facebook y yo le dije que sí. Jamás imaginé que iba a suceder lo que sucedió. Recibí apoyo de países como Costa Rica o Estados Unidos, hasta me llegaron ofertas laborales. Se volvió todo una locura", describió Gustavo.

La publicación de Vaccaro fue compartida más de 125 mil veces en la red social y las consecuencias fueron soñadas para el hombre: hoy Thiago consiguió una beca en un jardín de infantes privado de Banfield y Gustavo dispone de diversas ofertas para encaminar su salida laboral.

"Tengo que ver qué hago, porque el mundo y los horarios de la gastronomía son muy complicados. Yo no quiero que mi hijo se pase 12 horas en una guardería. Hace poco tiempo recibió el golpe más duro que podía recibir y yo quiero estar cerca de él todavía", admitió.