Después de la escala que lo llevó a rozar el techo de la banda de flotación el jueves, el dólar oficial retrocedió ayer 5 pesos y cerró a $ 1.375, pero la suba sostenida de las últimas dos semanas dejó secuelas que pueden golpear directamente al bolsillo del consumidor: las empresas de consumo masivo pasaron listas con una suba de precios de entre 5% y 9% pero los supermercados se resisten a aplicarlos como ocurrió en abril con la salida del cepo. Lo que sí ya acusó el impacto de la suba del dólar fueron las automotrices que operan en el país que llegaron a aumentar hasta un 12% su lista de precios para agosto lo que hará más complicado juntar el dinero para adquirir un auto 0 kilómetro.

En lo que respecta a los alimentos de consumo masivo, la realidad indica que en julio, el supermercadismo no recibió listas con incrementos, a diferencia de ocasiones anteriores, cuando rápidamente hubo aumentos preventivos de forma general para cubrirse.

Pero con el dólar recalentado que cerró el mes con un alza en torno a 14%, empresas alimenticias y de higiene y limpieza informaron su intención de aumentar los precios de galletitas, alfajores, chocolates, aderezos, artículos de cuidado personal como dentífricos y desodorantes, repelentes, desinfectantes, papel higiénico, rollos de cocina y aceites.

Entre esas compañías, está Mondelez, multinacional dueña de las marcas Terrabusi, Oreo, Milka, Tita, Rhodesia, Beldent, Tang y Clight, entre otras. Según fuentes del sector, pasó un ajuste cercano a 9%. También trascendió que Unilever comunicó aumentos de entre 7% y 8%. Controla las marcas Hellmann’s, Knorr, Dove, Axe, Lux, Comfort y Lifebuoy, entre otras.

Lo mismo hizo SC Johnson, con aumentos en torno a 7%. Algunas de las marcas que maneja son OFF!, Fuyi, Raid, Glade, Lysoform, Mr. Músculo y Blem. Similar postura tomaron Papelera del Plata, con un aumento de 7% y que maneja la marca Softys; además de Colgate, con 6,5%; Papelera San Andrés de Giles, con las marcas Giles y Campanita, con 6%; y compañías aceiteras, con 5%.

Por el momento, tanto grandes cadenas como mayoristas y almacenes de barrio rechazaron las subas, aunque no descartan tener que sentarse a dialogar para evitar desabastecimientos.

Las empresas justificaron sus decisiones en el alza de los costos productivos y logísticos, especialmente por la suba de las tarifas de los servicios públicos y el encarecimiento de las importaciones con un dólar más alto, y aseguraron que “todo el aumento no va directo a la góndola” porque dicen que una parte la absorben ellas.