Señor director: 


No es fácil añadir nada sobre este tiempo litúrgico fuerte en la vida de la Iglesia, que enlaza, como es sabido, con los cuarenta días de Jesús, de oración y ayuno en el desierto, antes de comenzar la vida pública. La Cuaresma cristiana no es algo externo, como el Ramadán, sino intensificación de vivencias interiores y de sacrificio por los demás: tiempo de conversión, arranque de toda acción apostólica, desde las mismas páginas de los Evangelios.


El papa Francisco ha mostrado la rara y brillante habilidad de combinar sinónimos de alegría para titular los más importantes documentos de su pontificado. Pero este año ha elegido como tema un texto aparentemente distinto, una expresión de Jesús en Mateo 24:12: "Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría".