A través de miles de años en la escala evolutiva de la humanidad, el hombre se ha empeñado por lograr mejorar su régimen de vida sin dejar de lado algo que puede considerarse de suma importancia en su desarrollo -aparte del cerebro mismo- como lo es la aparición de la preocupación. Quizás su primer exponente haya sido el hombre de Neanderthal ( 230.000 años) con la práctica de enterrar a sus muertos. Lo cierto es que desde aquella época, desde hace miles de años, ha ido en busca de elementos que contribuyeran a su mejor calidad de vida. Posteriormente con el hombre de Cromagnon, puede decirse que se hizo realidad el "hombre tecnológico". Mi intención no es detallar paso a paso los estados intermedios anteriores o posteriores, pero sí destacar que intentar crear desde herramientas hasta aparatos que pudieran servir para una existencia más cómoda y fácil, ha sido una constante para la especie humana salvando los periodos de lógica estabilización. Con el paso del tiempo y la aparición de nuevas técnicas y materiales, el hombre trató de construir cuanto aparato pudiera imaginar para conseguirlo en forma ininterrumpida hasta nuestros días. Si pasamos revista a muchos objetos destinados para su confort que estuvieron de moda o que se usaron a principios del siglo XX, hoy, a más de cien años, volvemos a usarlos con el mismo estilo o formato aunque con materiales modernos. Basta efectuar una recorrida por distintos negocios y veremos ventiladores de techo, bancos para jardín simulando hierro forjado, muebles de estilo, relojes de péndulo, sillones "vieneses", sillas "Tonet" de esterillas, estufas de hierro para leña tipo "Stilart", etc.hasta automóviles desde modelos 1920, los famosos "Mateos" frecuentemente usados por los recién casados para dar brillo y originalidad a la ceremonia. Es algo como querer "volver" o "traer"" aquellos años a nuestros días. Vaya pues, esta reflexión: ¿ Podríamos "traer" también esas costumbres que lamentablemente se han perdido con el paso de los años?: Ceder el paso a una dama al entrar a un local, cederle el asiento en un vehículo de transporte público, apoyar el "abrigo" sobre sus hombros, ponerse de pie cuando el profesor entra al aula o levantar la mano cuando se desea hablar, cuando una madre felicitaba a la maestra que amonestara a su hijo por su mala conducta en clase o por haberle faltado el respeto, cuando estaba vigente aquello de que "no hay mejor color para la mejilla de un hombre o una mujer que el color con que los tiñe la vergüenza". Quizás practicando nuevamente esas costumbres perdidas estarían más acorde la utilización de esos modelos de elementos de la época del reloj de bolsillo cuando se decía.... "pase, después de usted señora...".


Carlos R. Buscemi
Escritor