Señor director: 


Mucho se habla, dice, actúa y reclama, cuando de igualdad de género se trata. La mujer y el hombre que conviven en un mismo mundo, que son de la misma especie: humana. Comparten todo, el clima, muchas veces la misma religión, hijos, cama y con sentimientos que se entrecruzan para lograr una vida de felicidad. Pero a veces uno no llega a entender y se pregunta; ¿La mujer política que llega a tener poder o estar en un escalón de decisiones, no existe? Pareciera que no. Ellas sólo obedecen a su jefe político y no a su condición de funcionaria, equivocadamente o no, elegida a través del voto popular. Porque a la hora de coherencias o convencimientos propios de decisiones, votan como lo manda el jefe político. ¿Obediencia debida? 


Creo que tenemos mujeres legisladoras, que casi nadie conoce, que nunca o casi nunca se manifestaron en horas de hacerlo, que no presentaron o no se les conoce ni un sólo proyecto en beneficio. Al menos, en equilibrar la balanza, en dar su posición, inclusive para sus propio género. 


Se actúa, se opina, y se obedece como al jefe político le conviene, y el silencio u obsecuencia justificando el abultado mensual que cobran, cosa que obliga a no pensar, aunque ese dinero salga de los esfuerzos del pueblo. 


Casi nadie conoce los nombres de las legisladores por San Juan, y menos, qué proyectos concretó para San Juan. No deja de ser llamativo que funcionarias que llevan años en el Poder Legislativo no se sensibilicen, al menos por la problemática de género, tan reiterativo por otras ciudadanas del país.