Señor director:

Hoy lunes celebramos 202 años de una decisión trascendental fruto de una intensa labor y de los debates e intereses particulares y hasta sobrepuestos, entre líderes fuertes, para declarar nuestra independencia.

En Tucumán desde el 24 de marzo hasta el 21 de julio de 1816. Figuras como José de San Martín, Manuel Belgrano, Francisco Narciso Laprida que gobernaba el congreso al momento de la declaración, o Fray Justo Santa María de Oro, fiel defensor del modelo democrático, fueron quienes optaron por el bien común de todos los argentinos.

San Juan como provincia unida del Río de la Plata de aquel entonces envió dos representantes claves para la independencia, verdaderos protagonistas y no meros espectadores:

El presidente del Congreso de Tucumán del 9 de julio de 1816, el Dr. Francisco Narciso Laprida y Fray Justo Santa María de Oro que fue diputado por la provincia quien, cansado de discusiones estériles, obligó a los congresales a firmar la declaración.

Ambos dieron su vida por la Patria, Laprida, baleado por las montoneras en Mendoza previo salvar la vida de Sarmiento.

Fray Justo, esgrimió entre otras frases célebres: "hemos nacido no para nosotros, sino para la república".

Es por ellos que hoy me atrevo a llamar a la reflexión a la clase social más poderosa y al mismo tiempo, peligrosa del país: la clase política.

Y les invito a preguntarse, como quien renueva un voto bautismal o matrimonial, lo siguiente:

– Como gestor de las políticas públicas, ¿estoy convencido de haber nacido no para mí, sino para la república?

– Como político: ¿estoy dispuesto a dar la vida por mi nación y mis ideales patriotas?

Y a quienes integramos el resto de las clases sociales argentinas los invito a gritar con orgullo y sin miedo: ¡¡Viva la libertad y viva la Patria!!
 

Adrián Alonso
Licenciado en Comercio Internacional