Señor director:

Tal vez un poco nostálgica evoco recuerdos dulces y queridos de mi bien amada vida. Miro con placidez los largos días llenos de múltiples instantes que hicieron la trama de mi existencia. Memoro a mis padres hermanos y la mesa de los domingos, los años de estudiante y mis compañeros. El hogar, nuestro hogar donde concretamos nuestra vida y preparamos el futuro de los hijos os sueños más caros y los mejores afanes.

Mi vida como docente, esa sublime tarea de educar y enseñar, entonces me siento realizada, satisfecha y feliz de todos y cada uno de los pequeños hechos, algunos que formaron parte de mi vida.

Hago presente a mis seres queridos, los que ya no están y los que hoy iluminan mis horas: los hijos, los nietos, los amigos entrañables y los apenas conocidos.

Circunstancias simples, palabras sencillas, de comprensión y apoyo.
Mi hijo repitiendo en el recuerdo: - "gracias mamá''. Acababa de obtener su título universitario.

Un vecino que se acerca y me pregunta: - ¿ y usted, cómo está? Demostrando que comprende mi estado de ánimo, tratando de acompañarme, de compartir mis sentimientos.

Nunca estamos solos. Nos acompaña nuestra fe, creencias, el saludo de un hijo deseando: "que tengas hermosos sueños'', o de mi hija "mañana iré a verte''.

La voz cantarina de mi nieta_ - "¡Te quiero abu!''; una amiga en el teléfono: "¿Estás sola. Enseguida voy?''. Es el cariño de nuestros semejantes.

No estemos tristes, no nos sintamos solos . No estemos nostálgicos. La vida es importante. Está plena de ocasiones para hacer el bien, brindar apoyo, solidarizarnos con el prójimo.
¿Cómo no sentirnos agradecidos de todo lo vivido?
Lo malo se olvida, lo bueno enriquece el alma, nos colma de alegría, nos hace felices.